Las canciones de ‘León Benavente’ siempre han estado ahí, formando una película imperceptible de rock cotidiano que bebe del segundo tiempo del after-punk británico. Efectivamente, las melodías que han fabricado Abraham Boba, Luis Rodríguez y Edu Baos ya estaban hechas hace tiempo, suenan a rock repetido, cansado, triste y algo aburrido. Esta no es la peor parte porque aunque ya hayamos oído mil veces esa guitarra, esa percusión o esos teclados la factura es perfecta y eso siempre se agradece. Pero la voz… Boba utiliza un tono suave y monótono que desquicia con el paso de las pistas, y son 10.
Comparar ‘León Benavente’ con Nacho Vegas es irremediable aunque también injusto. Las letras navegan entre la belleza y lo oscuro. El tono agridulce cala en pistas como ‘Década’ donde un riff envuelve una atmósfera atemporal. Otra buena noticia es ‘La Palabra’, ahí la banda te sorprende, te golpea, rompe con la línea insulsa del álbum aunque la letra no sea de las más curradas.
Lo demás es olvidable. Desgraciadamente para el pop español hay demasiados grupos que se mueven en este mar de sensiblería noir y guitarreo melancólico. Hace falta más riesgo y menos pseudo-poesía.