Molly Nilsson | History

Fecha:

AUTO.

[2011]

[7,5]

Molly Nilsson es una chica para todo. Es capaz de hacerse sus portadas, de componer sus canciones, de interpretarlas como nadie y de producirse todos sus discos con su sello de nombre misterioso Dark Skies Association. De esta forma, es dueña y señora de toda su obra de principio a fin, lo que le da valor a cada pequeño detalle, y esta mujer los tiene a puñados.

Antes de que acabara el año 2011, publicó History, el que es su cuarto disco de estudio, que pasó sin pena ni gloria por la encimera de un mercado europeo ansioso de novedades musicales que destripar, pero sin tiempo para deleitarse en las delicias synthpop de una joven sueca afincada en Berlín. Pues bien, eso es precisamente lo que aporta este disco. Un alto en el camino donde poder descansar. Un rellano oscuro, misterioso, aunque sin secretos, y dulce, pero con espinas. Apto para todos aquellos que hayan olvidado lo primero que sintieron al quedarse callados ante la música de Ariel Pink.

El disco comienza con In Real Life a golpe de ecos del pasado. Lo primero que va calando es la encantadora fragilidad de los coros contrapuestos, de la voz desenfadada, carente de tacto, peculiar, y muchos adjetivos más, de Nilsson. No recuerda a la de esas mujeres todoterreno en el mundo del electropop. Le falta la sensibilidad de los gorgoritos de Kate Bush y de Nite Jewel o la gracia de su compatriota Lykke Li– con la que comparte muchos rasgos vocales, de todas formas-. Tiene el carácter varonil de la grandiosa Victoria Legrand (de los celebrados Beach House) y el misterio de un superclase como John Maus. Con este último ha colaborado en varias ocasiones, como en la recomendadísima Hey Moon, en la que hacen un dueto que se incluye en We Must Become the Pitiless Censors of Ourselves el último disco del de Austin. Además, a medida que avanza el disco, vamos entendiendo que las similitudes llegan también a la música de acompañamiento, demasiado parecida a la del trabajo mencionado de Maus.

El segundo corte, You Always Hurt the One You Love confirma el viaje al synthpop primigenio y rescata sonoridades que recuerdan a los efectos de sintetizador que rayan lo más esperpéntico de finales de los 70, que vino de la mano de gente como Gary Numan o el dance de pelo cardado de The Human League. De esa época toma los sonidos retro, del siglo XXI la apatía de una artista consciente de su potencial; pero falta el mejor ingrediente que es el romanticismo pop de los 80 mezclado con la parte más tenebrosa del género: Soft Cell. Damos en el clavo con I Hope You Die, todo un postre cuando estamos comenzando el disco.

Después, se van sucediendo Hiroshima Street, que logra detener el tiempo, la más bailable y gustable City of Atlantis o Hotel Home, que amplía el espectro musical del disco con la introducción de un ligero sonido de piano con un ritmo a lo Supertramp. Es decir, con un poco más de swing que de costumbre, pero poco. Lo cierto es que la artista tiene las ideas tan claras que no deja escapar mucho fuera de su círculo firmemente trazado y protegido con muros de doble refuerzo. Solo hay algunas canciones que se libran del sonido ambiental, pero lo hacen con silencios que funcionan de la misma forma que los sintetizadores. Hablo de The Bottles of Tomorrow y Intermezzo: The Party.

El final del disco baja mucho de intensidad. Nos ofrece Qwerty, una canción con letras censuradas inclusive, The Clocks y Skybound. Las tres constituyen una especie de re-exposición, como si se tratara de una sonata. Ya que, salvo la última, no ofrecen cosas mucho más interesantes que las que ofrece antes. Por esta razón, no llega su disco al nivel de John Maus, que es capaz de hacer hit tras hit sin tener que repertirse en ningún segundo. Pero el álbum que tenéis aquí no es apto para comparaciones. Es un fin en sí mismo, dentro de su sencillez, como otros discos grandes. Pero sin serlo.

Carlos Naval

Carlos Naval
Carlos Naval
Periodista. Formó parte de la redacción de HABLATUMÚSICA de 2010 a 2013. Actualmente continúa su carrera en diversas compañías del sector de la Comunicación.

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