[dropcap type=»1″]L[/dropcap]os pantanos y la ribera del delta sureño vieron florecer en Estados Unidos el llanto del blues. El folclore centenario se desnudaba ante un hombre, su dolor y su guitarra. Este evolucionaría hasta verse en una relación polígama con el jazz, el swing y, finalmente, el rock. De esta tradición han bebido siempre The Black Keys, pero, si en ‘El Camino’ (Nonesuch, 2011) afloraba cierto desapego al género, en ‘Turn Blue’ (Nonesuch, 2014) la amnesia es casi irreversible.
Los lazos se estrechan firmemente con un soul y un R&B que se deja influir por el desconsuelo del blues. Vemos esto en ‘Turn Blue’ y como una dinámica general. Pocos temas pican la curiosidad, no consiguen agarrarte y obligarte a mirarles a los ojos porque su discurso no es atractivo. Esto es culpa de una composición a la que han preferido engrandecer a base de capas antes de dotar a cada una de estas de identidad.
Abren el álbum con ‘Weight of Love’, un tributo/plagio al Pink Floyd de pirámides luminiscentes que luego cae con el mismo planteamiento -aunque distinto desarrollo- en ‘Bullet in the Brain’. Los de Syd Barret pululan inconscientes por todo el álbum, para bien y para mal. ‘It’s Up to You Now’ es la única que realmente te engancha, para luego volver al flojo riff inicial y cerrar en el caspa-rock sureño de Kid Rock en ‘Gotta Get Away’ un disco que queda profundamente hundido bajo su discografía.