CYDONIA &
PLAYAS DE
NORMANDIA
[2011]
[7,5]
En algún momento tenía que suceder, como que el yerno perfecto fallase o que Brey se llevase las elecciones. Ramón Rodríguez (The New Raemon) fue llamado a filas en el club de las barbas con el corazón roto para formar un trío que parece que siempre existió. Francisco Nixon y Ricardo Vicente eran los dos puntales ya formados tras el fin de La Costa Brava –ay- con dos discos y un EP tan brillantes como, en cierto modo, maltratados.
Si Francisco Umbral decía que escribir cada mañana era el entrenamiento que hacía para ser el gran columnista que fue, los tres cantautores deben destrozar un poco su corazón todos y cada uno de esos días para poder crear estas canciones. El problema de los tres cuerpos nace más como un buen regalo para unir a los “escuchantes” de uno y otro lado -posiblemente fueran los mismos- esas almas que añoran las canciones de amor inteligente –que no se prodigan en castellano-, descorazonadas y reales, aquellos que saben que las relaciones tienen un principio y un final y que, ese final, nunca acaba bien. Cada uno ellos presenta tres buenas canciones que muestran el bendito estado de forma en el que se encuentran.
Una vez traídos a los protagonistas toca decantarse. Vicente sigue creciendo canción tras canción, antes tapado tras el nombre de Nixon, ahora casi como reclamo. Es el favorito de al que le toca escribir esto, por masoca, ya que es poco recomendable para aquellos malheridos por ese sentimiento que nos hace sentir más vivos, sus canciones pueden inducir a una absoluta y preciosa depresión de la que él no tiene cura. Sus cortes, disfrazados de alegría cantada y preciosidad, están empañados de brutal tristeza y resignación, casi añorando el daño. Como la vida misma.
Nixon o Fernández, continúa contando esas escenas costumbristas capaces de meterse en la vida de cada uno como si la hubiera compuesto él mismo; hablando de viajes Low-cost, el bar de taxistas en San Bernardo que todo buen madrileño que ha paseado un amor conoce o esas relaciones extrañas e inevitables que todos y cada uno pesamos que son únicas. Nixon, que de tanto querer que todo el mundo se hiciera rico, hizo quebrar el asunto, desecha la introducción de instrumentos de viento que sí efectúan Vicente y Rodríguez. Por su parte, el que completa el club y comienza este escrito, aporta la visión que siempre le caracteriza. Especialmente brillante en Un Apocalipsis, una mentira muy bien contada, Ramón –permitan la licencia- desgrana en sus tres partes las letras que le han consagrado y que contrastan con el sonido Nixon, lo que crea un perfecto combo inevitable. Las viejas luces es, de las tres canciones, la que más recuerda al sonido de su último álbum, Libre asociación. La ya comentada Un Apocalipsis y Repartiendo el sombrero –en cierto modo una canción protesta- recuerdan más a sus discos anteriores.
El menor de los problemas que trae esta asociación es la falta de costumbre, más por parte de The New Raemon que del dúo Nixon, de un álbum con sólo tres canciones por parte de cada uno y que dejan esas ganas de seguir escuchando más, aunque, en el fondo, eso es bueno.
Por J. Castellanos