El cuarto disco de Wild Beasts titulado ‘Present Tense’ (Domino Records, 2014) tiene un comienzo de esos que dejan tiritando, un riff de sintetizadores componen una atmósfera oscura. Está nublado y el clima es frío, casi siniestro. La canción se llama ‘Wanderlust’, un gemido contra la prostitución comercial del arte. Sin embargo, cuando este espeso telón termina de levantarse hay por delante un paisaje completamente distinto. Ahí se queda ‘Wanderlust’, como una intención marcada pero nada continuista. Porque al final se trata de elevar la música (el arte) lo máximo posible y no hay mejor reivindicación que esa.
El desdén salvaje de Wild Beasts se mantiene indemne. Hayden Thorpe da latigazos con sus cuerdas vocales, que siguen bailando entre ese falsete eterno que no descansaba en ‘Two Dancers’ (Dominmo Records, 2009) y algún que otro gruñido. Y la banda sigue sin buscar ninguna pretensión más allá de deleitar al respetable con temas llenos de iluminados coros como ‘Mecca’ o letras que están alimentadas por palabras más grandes que sus significados. ‘Present Tense’ también se nutre de melodías que son inesperadas dentro una colección de canciones que no quieren dejar de sonar experimentales pero que también evitan por todos los medios ser inaccesibles.
‘Sweet Spot’ es esa típica canción llena de luz con voces edulcoradas y pegajosos coros donde un sintetizador ochentero baña cada nota como si fuera un aspersor. ‘A Simple Beautiful Truth’ abraza la electrónica minimalista y risueña. Una canción que seduce. Wild Beasts consigue a ratos sexualizar su sonido y convertirlo en una atracción insinuante en la que pararse un rato a imaginar.
El cierre es casi tan poderoso como el principio del álbum. ‘Palace’ da la espalda a ese synth pop del que alguna vez pudieron mamar los de Kendal . El minimalismo de The XX se queda en una simple herramienta para convertir este cuarto álbum en el mejor de una discografía al alza.