5 muertes de músicos rodeadas de misterio

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El pulso que recorre tus venas no debe subestimarse. Damos por sentado que las cosas que tenemos van a perdurar, hagamos lo que hagamos, cuando la realidad es que todo acaba encontrando su fin. La vida es frágil, resiste todos los peligros, pero en cualquier momento termina. Es lo natural y lo inevitable, así que todo lo que podemos desear es que nuestra partida sea serena y rápida.

No todo el mundo ha tenido esa suerte. Existen decenas de historias ocultas que, alimentadas por el misticismo con el que rodeamos las vidas de estos artistas, siguen conquistando la imaginación y la curiosidad de sus seguidores. Estas son algunas de las muertes más trágicas, misteriosas y, en ocasiones, macabras de la historia de la música popular:

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  • INXS

Es común oír hablar de cómo las bandas estadounidenses y británicas colman las listas de éxitos, cómo han sido héroes y líderes culturales desde la “invasión británica” hasta la escena de Detroit. Los colonizadores se quedan lo conquistado, pero no siempre es así. Si existe una banda que ha dominado el mundo, han sido los australianos INXS. Entre ellos y AC/DC se reparten el pastel de la hegemonía musical en las islas oceánicas.

Este folclore moderno revuela especialmente alrededor de la muerte de Michael Hutchence, líder y cantante de INXS.

Antes de partir para su gira estadounidense, el músico se encontraba en el hotel Ritz Carlton de Sydney. La noche del 22 de noviembre de 1997 sería la última que pasaría con vida y en la que escribió su última canción, aún desconocida. Hutchence pasó gran parte de la noche bebiendo con Kym Wilson y Andrew Rayment, hasta que se despidieran de él en su habitación alrededor de las 5 de la mañana, como alega el forense en el dictamen que salió a la luz hace pocos meses.

Las llamadas a Paula Yates (exmujer y madre de su hija), Bob Geldof (marido de Yates) y su mánager no cesaron desde esa hora, debatiendo la custodia de su hija, Tiger Lily, y su visita a Australia por Navidad. La mezcla de drogas, alcohol y depresión ante la imposibilidad de ver a su hija le empujaron a suicidarse ahogándose con un cinturón, cumpliendo el aviso que hizo a su mánager personal, Martha Troup: “ya he tenido jodidamente suficiente”.

Una empleada de la limpieza lo encontró desnudo, de rodillas frente a la puerta y con el cinturón aún alrededor de su amoratado cuello. Paula Yates siempre trató de afirmar que había sido un accidente en un juego sexual de asfixia autoerótica. Los detectives Smith y Gerondis, así como el forense, no están de acuerdo. Para ellos se trató de un suicidio ante la desesperanza cuando no logras ver el final del túnel.

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  • Lynyrd Skynyrd

Son curiosos los vuelcos que da el destino; a veces también crueles. Lynyrd Skynyrd, autores de clásicos como ‘Free Bird’ o ‘Sweet Home Alabama’, se encontraban en pleno apogeo en 1976. Cuatro años les bastaron para convertirse en la referencia sureña por antonomasia, himnos de pantano y desierto.

En 1977, lanzaron su quinto álbum de estudio, ‘Street Survivors’ (MCA, 1977), cuya portada en llamas presagiaba el final de la banda como se conocía hasta entonces. El 20 de octubre de aquel año, el conjunto volaba hacia Baton Rouge (Luisiana) para continuar con su gira de presentación del álbum. A más de dos horas de vuelo, cuando quedaban 30 escasos minutos para llegar a su destino, el avión se vio obligado a efectuar un aterrizaje de emergencia debido a un fallo en ambos motores.

El combustible se quemaba más rápido de lo normal debido a esta avería y los pilotos Walter McCreary y William Gray tuvieron que aterrizar en pleno bosque de Gillsburg (Mississippi). Murieron en el impacto, al igual que hicieron el líder de la banda, Ronnie Van Zant; el guitarrista Steve Gaines; su mujer, Cassie Gaines y el mánager de gira, Dean Kilpatrick. El resto del grupo sobrevivió al accidente, aunque con graves lesiones.

Aquella portada profética fue cambiada por otra de fondo negro y la banda se separaría hasta su reunión en el año 1987, comandada por el hermano de su fallecido líder, Johnny Van Zant. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]¿Acaso el destino tenía guardada una venganza poética contra la banda?[/inlinetweet] Las casualidades suceden y está en nuestra mano discernir entre lo posible o lo místico.

  • Brian Jones

The Rolling Stones ni siquiera existirían como tal de no haber sido por Brian Jones. El conjunto podría haber nacido, pero el nombre, esas palabras que inspiran sensualidad y exceso surgieron de la mente del guitarrista y fundador. Su extraño y cambiante carácter no permitió que este legado impidiera a Mick Jagger y Keith Richards echarle de la banda.

La nueva mansión del guitarrista y sus futuros proyectos con nombres del calibre de Jimi Hendrix y John Lennon hicieron que superase la noticia de su despido con bastante facilidad. Estos nuevos planes requerían un lavado de cara y empezó por la casa, cuya reforma fue a parar en Frank Thorogood y su equipo. Frank y su novia, Janet Lawson, se hospedaban allí, lo cual desembocó en los sucesos de la noche de la muerte de Jones.

El guitarrista y el constructor pasaron la noche en la enorme mansión con sus parejas, bebiendo y haciendo uso de alguna que otra sustancia ilegal. Como siempre, la neblina de la embriaguez no permite recordar los hechos tal y como sucedieron, por lo que todo esto queda sujeto a interpretación. Donde concuerdan las teorías es que ambos se encontraban en la piscina, quizás solos o quizás acompañados; puede que peleando o puede que bromeando. La cuestión es que Thorogood -que también formó parte de las sombrías compañías que contrataban The Rolling Stones– entró en la casa tiritando, sin hablar, mientras Jones se encontraba en el fondo de la piscina. Al sacarlo aún tenía pulso, pero no se pudo hacer nada por su vida.

¿Tuvieron algo que ver Richards y Jagger con el fin de conseguir los derechos del nombre? ¿Fue un accidente, un homicidio involuntario? ¿Fue premeditado o fortuito? Thorogood confesó en su lecho de muerte su culpabilidad, lo cual luego sería refutado. Se trata, ciertamente, de un misterio que siempre que resurge no hace más que suscitar más preguntas.

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La banda estadounidense cuenta no solo una, sino dos muertes de sus integrantes, ambos baterías de la banda. La primera desgracia llegó con el fallecimiento de Mike Gius, cofundador del conjunto. Según cuenta el informe policial, el baterista fue arrollado por una moto cuando este circulaba en bicicleta. La noticia sacudió a la banda en sus primeros compases, poco después de su segundo LP, ‘Louden Up Now’ (Touch and Go, 2004).

La tragedia se repetiría cinco años más tarde, esta vez con el accidente de Jerry Fuchs. El batería del grupo había pasado la noche en una fiesta benéfica en el barrio neoyorquino de Williamsburg. Fuchs abandonó la fiesta con un amigo. El ascensor del edificio se quedó entonces atascado entre los pisos cinco y seis, por lo que forzaron las puertas para poder salir. Su amigo saltó y logró subir, pero no Jerry. Una de las prendas del batería se quedó enganchada con el ascensor cuando este saltó y se precipitó hacia el fondo, a cinco pisos de altura.

Defunciones muy recientes que todavía se encuentran muy vivas en las mentes de sus seguidores y su banda, por lo que no está de más recordarlos y acompañar a los que dejaron atrás.

Lee también: Enanos, coca y LSD

  • Rezső Seress

Una canción que induce al suicidio. Una leyenda que conduce a la paranoia colectiva durante la convulsa década de los 30’ del siglo pasado. Quizás esta sea la historia más cautivadora e interesante, sujeta a supersticiones y misterios que aún hoy atrapan a la gente.

Rezső Seress, autor de la música, fue un compositor y pianista húngaro. La mayor parte de su juventud vivió la decadencia de aquellos años de entreguerra en los que Centroeuropa se tensaba hasta el estallido de la II Guerra Mundial. Fue entonces, en 1933, cuando compuso ‘Szomorú Vasárnap’, la más adelante apodada “canción húngara del suicidio”. La letra, de László Jávor, hace referencia a un hombre que planea suicidarse para reunirse con su amada muerta.

Una ola de suicidios, presuntamente inducidos por la canción, sacudió la Hungría de la depresión, un pueblo pobre y fuertemente racista, sometido a las circunstancias de una intolerante Europa. [inlinetweet prefix=»» tweeter=»» suffix=»»]Mujeres que se ahorcaban al escuchar la canción, notas de suicidio con referencias a aquella composición maldita, y no solo en su país de origen[/inlinetweet], ya que Estados Unidos -donde triunfó bajo el título ‘Gloomy Sunday’- también vivió su propia oleada mortal, como recogía el New York Times.

Seress estuvo preso en campos de concentración nazis por su condición de judío, lo cual no hizo más que ahondar en su pesadumbre, con la cual vivió tocando el piano en bares y circos por un plato de comida. Hasta 1968, cuando decidió saltar desde la ventana de su casa. No murió en el acto, pero su decisión le llevó a estrangularse en el hospital al día siguiente. La canción seguía sonando desde aquella ventana.

Mantener el misterio es como una droga, de ahí el mito de esta composición, prohibida en países como Hungría o Reino Unido. La realidad es que Hungría vivía en una sociedad de guetos, con una economía desplomada y en visos de una nueva guerra global. Las familias no tenían dinero ni trabajo y la desesperación les condujo a acabar con sus vidas. Al igual que la oleada estadounidense, que casualmente coincidió con el crack del 29. Sin embargo, ¿les empujaría definitivamente la tristeza de la canción a hacerlo? Eso nunca lo sabremos.

José Roa
José Roa
Músico y periodista, formó parte de HABLATUMÚSICA.com de 2010 a 2014, llegando a ser editor jefe y alcanzando especial repercusión con su columna 'La Guillotina', editada en 2013 y 2014.

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