¡Bigott Presidente!, con ese grito Borja Laudo hacía su característico gesto de levantar los brazos de “campeones, campeones” ante un público de la sala Galileo Galilei que solo le faltaba ponerse de rodillas y rendir culto a la banda zaragozana. El “Señor Bigotes” y su grupo se habían entregado casi dos horas repasando los dos álbums de estudio, Fin y This Is The Begining Of A Beautiful Friendship, y por el precio popular de diez euros. “Señora, así da gusto ir pincharse la música en vena”, saber que te vas a divertir por una tarifa adecuada, práctica poco habitual por estos lares españoles.
Y es que Bigott es de las clases populares, un tipo tan cercano a la plebe como tan esquivo y sarcástico con la prensa especializada. Es aquella figura que tenían los romanos llamada tribuno de la plebe la cual movía a la masa con elocuencia fogosa y apasionada. Elocuencia que se traduce en bailes anormales, bostezos vocales, ese estilo sonoro que resulta en un batiburrillo de folk, americana y pop inclasificable y extravagancias espontáneas, que hacen de Borja un tipo “desencasillado” que convierte los conciertos en esa época romana en que la comedia derivó hacia los mimos y las pantomimas.
El caminante She Is My Man, el resbaladizo Dead Mum Walking, las marionetas de The Jingle, el festivo Honolulu, los gestos mímicos de Sparkle Motion, la cumbre escalada de Cool Single Wedding, no faltó ni una de las grandes piezas del grupo zaragozano. Borja, rebozándose en su personalidad, en esa visceralidad de perder el mando intermedio entre lo que piensas (sientes) y las acciones que realizas. Es la naturalidad innata con la que el ser humano nace y se auto-limita al paso de los años. Sigue siendo ese bebé, hace lo que quiere, porque “le sale de ahí”.
Dani García
Muy bueno, si señor! Dan ganas de ir a verlo y es que a éste lo tengo pendiente!