Ayer en Madrid (y en toda España) las temperaturas habían caído en picado, y a medida que anochecía, el mercurio no hizo más que bajar y bajar. En estos días tan gélidos, pasear por la calle es toda una osadía y la atracción del sofá y la manta de casa es demasiado fuerte. Sin embargo, anoche había un lugar donde poder resguardarse de esta ola de frío polar, un lugar acogedor, donde se respiraba un buen ambiente y seguramente podías sentirte como en casa, compartiendo recuerdos y anécdotas con un montón de gente. En la capital hay muchos hostales, pero ninguno como el que abrió ayer sus puertas, sólo por una noche, el Pimodán, regentado por los granadinos Lori Meyers. La banda liderada por Noni volvió a colgar el cartel de completo en la sala Joy Eslava, donde efectuaron la segunda parada de la pequeña gira que están llevando a cabo en Madrid, Viaje al Hostal del Tiempo y el Destino, una original propuesta que consiste en la revisión de sus cuatro trabajos con cuatro conciertos, inaugurados el pasado miércoles con el directo de Viaje de estudios (2004). Ayer jueves le llegó el turno a Hostal Pimodán (2005), disco clave de la carrera de Lori Meyers.
La sala se llenó enseguida, una señal más de las pocas ganas que había de estar en la calle fumando o esperando a los colegas. Los huéspedes fueron ocupando sus habitaciones, se pasaron por el bar, y por fin se dispusieron a disfrutar del espectáculo. Había en el ambiente una mezcla de emoción y curiosidad, unos sentimientos compartidos por la mayoría del público, que o bien ya había estado en Viaje de estudios y sabía de qué iba el tema, o bien se trataba de su primera experiencia. A primera vista, los Lori iban a interpretar los temas de Hostal Pimodán de principio a fin, pero la banda tenía planeada una velada muy especial, que arrancó con una presentación por parte de uno de los grandes de la radio musical de nuestro país, Julio Ruiz. Acto seguido, el cantante Antonio López (Noni) y sus compañeros salieron a escena, poniendo de manifiesto que la experiencia Pimodán estaba planeada al detalle: no llevaban sus habituales camisas blancas y corbatas negras de los directos, sino una ropa más informal, seguramente del estilo de la que vestían en 2005 y ocuparon sus puestos sobre el escenario. Noni se posicionó frente al teclado, del cual salieron las primeras notas de Hostal Pimodán, tema que abre el álbum.
A medida que avanzaba la noche, era inevitable pensar en la de horas que le habrán dedicado en los últimos meses a esta original propuesta. Recuperar toda su discografía, ensayar y revisar canciones que hacía años que no sonaban en un local de conciertos o en un festival con el objetivo de revivir el sonido de cada momento, sin dejar de darle un toque actual. Comprobar que el público siempre agradece los clásicos como Dilema – que al sonar justo después de la tranquila Hostal Pimodán supuso un revuelo importante en la Joy – pero que también había ganas de volver a oír El mejor de sus trabajos, El viajero del tiempo, Desayuno con diamantes o la compleja El gallo ventrílocuo – en palabras de Noni, inspirada en “un gallo que no sonaba como un gallo” – fue todo un espectáculo por sí sola, especialmente su sección instrumental, en la que Alejandro se lució con la guitarra y la compenetración entre la batería de Alfredo y la percusión de Antonio fue impresionante.
Además, el Hostal recibió a unos clientes VIP. El muy querido Iván Ferreiro, recibido con gran euforia, les acompañó en El aprendiz y más tarde, el siempre descarado Guille Mostaza (cantante de Ellos), que finalmente desveló la chuleta que se había hecho en el brazo con la letra de Sus nuevos zapatos.
El Hostal como tal terminó con Noni, micro en mano y acercándose al público mientras cantaba La pequeña muerte, pero si Lori Meyers había confeccionado un listado de más 60 canciones para sus cuatro citas madrileñas, era por algo. Tras una breve desaparición, regresaron para recordar los temas que enriquecieron la reedición de Hostal Pimodán de 2006. Noni salió con la camiseta que se lanzó en su momento con dicha revisión, dándole un toque todavía más nostálgico a la noche. Para estos primeros bises, contaron con una tercera colaboración, la de los jovencísimos Jose Chino y Jaime de Supersubmarina, que prestaron guitarras y voces para interpretar Vigilia. Los Lori retrocedieron aún más en el tiempo y revisaron un par de efectivas maquetas de hace más de una década, como Controlo sonoro funk, y después de acabar de encandilar a los asistentes con la muy coreada La caza, el grupo volvió a dejar el escenario.
Gracias a las redes sociales, todo el mundo sabía que el miércoles los Lori habían añadido canciones de otros discos al setlist de Viaje de estudios, y ayer repitieron la jugada, y Noni volvió a pedir, en vano, un poco de discreción – “Nosotros no hemos vuelto a salir, no estamos aquí, no pasa nada” anunció, muy serio, aunque no pudo contener la risa por mucho tiempo – concretamente a la gente que llevaba pulsera (los fans que van a asistir a las cuatro fechas). Recuperaron La mujer esponja, del primer disco, y adelantaron Funcionará de Cronolánea (2008) – donde se coló la familiar sintonía de Barrio Sésamo – y ¿Aha han vuelto?, de Cuando el destino nos alcance (2010), esta última, casi en clave de bossa nova, un toque distinto y muy elegante. El Hostal cerró sus puertas y la clientela abandonó el acogedor establecimiento bajo una lluvia de confeti y de flyers de la reedición de 2006, satisfecha con el trato recibido y feliz por los recuerdos revividos durante la estancia.
Desde luego, Lori Meyers están llevando a cabo un proyecto laborioso, muy especial, pero, ante todo, una apuesta que agradecerán sus fans de por vida. Para los más recientes, una posibilidad de empaparse de toda esa discografía que no les suena tanto como las últimas canciones; para los veteranos, un verdadero viaje a las distintas épocas en las que se editaron cada álbum, sobre todo los primeros, como este Hostal Pimodán.
