Bon Appetit | de David Pinillos

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Bon Appétit – Dirigida por David Pinillos
Artículo de Gonzalo Pérez

Bon Appétit es una historia de amor infeliz contada de un modo limpio y agradable y es también una comedia sobre las cosas del no quererse aunque uno quiera ser querido. Finalmente, podríamos incluso afirmar – o así lo hace el que esto suscribe – que Bon Appétit es un filme en el que el hecho de que se haya utilizado la cocina como telón de fondo da igual pero no da lo mismo… Y es que es muy posible que igual hubiese dado si los protagonistas fuesen músicos o miembros de un equipo de paleontólogos – … para cuándo una historia de amor entre paleontólogos, cielo santo…-;  pues no es de cocina sobre lo que se pretende hablar en esta cinta, sino más bien de cómo ésta sirve como un vehículo trenddy, y cool para llevarnos hasta el final. Y es sólo al final cuando el hecho de que nuestro sufrido protagonista (impagable Unax Ugalde) sea o no cocinero o quiera seguir siéndolo sirve realmente de algo más que de decoración narrativa de fondo.

No sería muy exagerado decir que con Bon Appétit nos hemos encontrado pulsando las teclas del cine que se debe hacer más a menudo; historias en que lo importante es sentirnos en casa, sin estrepiteces y sin querer demostrar nada más que querer contar cosas que posiblemente ya nos sepamos pero que queremos que nos vuelvan a contar… De pequeños nos gustaba el mismo cuento leído una y otra vez… ¿recuerdan?  Con esta cinta, David Pinillos le ha dado mil vueltas a la gran mayoría de los cadáveres exquisitos que aún prodigan la cartelera patria con películas que van desde lo inane a lo aséptico pasando por lo pretencioso… léase Médem y émulos… por ejemplo. Bon Appétit no es así, errores al margen – pocas veces he visto tantas veces ser utilizado el truco de “y ahora suena el teléfono” para que avance una escena -; y esto me lleva a plantearme una cuestión… ¿Por qué hay veces que perdonamos errores en un filme y otras no? Posiblemente la respuesta esté en que acudimos al cine a sabiendas de que vamos a ser engañados y que muchas veces nos importan poco las trampas que nos llevan a ese engaño si a cambio nos dan la mínima posibilidad de identificarnos y sentirnos calentitos en la butaca. Vamos al cine a enriquecer nuestra existencia; no a enriquecérsela al que hace cine. Vamos al cine a querer a los personajes más que a una historia con cocinas de mentira o amores entre cazos de verdad.

En Bon Appetit tenemos a un cocinero castrado por sus propios sentimientos que encuentra como única trinchera desde la que protegerse del frío la de seguir siendo bueno en lo que cree. Cuántas veces nos habremos visto en estas tesituras…, y cuántas pocas veces las habremos visto bien encarnadas por alguien. Afortunadamente, aunque muchos actores basan su trabajo en el exceso de ser un altavoz de ellos mismos, Unax Ugalde, no. También muchas películas basan su necesidad de existir en ser un altavoz del que las dirige; Bon Appétit tampoco es así. Esto le lleva a uno a reflexionar sobre el sentido de hacer películas. ¿Hacemos películas para contar historias o para que algunos se reconozcan haciéndolas y les aplaudamos por ello? El facebook lo inventaron en esencia, mucho antes los actores y los directores; al fin y al cabo para muchos una película es un sitio donde mostrar lo que crees que es lo mejor de ti para que los demás te aplaudan o te añadan a su lista. El cine; al igual que el Facebook; lo sobrepoblan los frustrados.

En Bon Appétit hay una sumiller deliciosa de la que todos nos enamoramos. Como todo el mundo nos enamoramos de cualquier mujer que haga las cosas bien y con encanto, sea sumiller o no. Entendemos al protagonista… A veces incluso le entendemos en su “impotencia” aunque nos sobra un poco su docilidad… quizá porque la sentimos tan nuestra. Pero es que la vida es así, parece querernos decir la cinta; Bon Appétit habla de la difícil digestión de estar trabajando al lado de alguien a quien quieres y que sabes que no te quiere y que se irá un día. Da igual que la chica sea sumiller  buena o mala, de verdad o de mentira; esos son detalles que las más de las veces no vienen al caso. Y el cine de verdad no habla de detalles sino de cómo los detalles alcanzan al sentimiento.

Redacción #HTM
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