De pequeño, cada vez que quería tocar la guitarra, ponía la actuación de Jimi Hendrix en Woodstock para inspirarme, como si pudiera imbuirme del espíritu del guitarrista y que él tocara a través de mis manos. Al igual que yo, muchos han sentido esa presencia y ese empuje. Todo guitarrista actual recoge, en menor o mayor grado, parte del legado de Hendrix, quien cambió el mundo de la guitarra eléctrica para siempre.
Considerado académicamente el mejor guitarrista de todos los tiempos -un apelativo a mi parecer demasiado rotundo si hablamos de Música-, la figura del guitarrista de Seattle ha supuesto un hito al que muchos han querido llegar. Algunos escogieron una dirección distinta a mitad de camino y otros se desplomaron pendiente abajo.
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Lenny Kravitz
El ejemplo más claro y, seguramente, el peor. Nada personal contra Kravitz, pero su nivel queda casi a ras de suelo en comparación. Con su omnipresente single ‘Are You Gonna Go My Way’, el músico surgió como el “nuevo Jimi Hendrix” (escalofríos por la espalda), tratando de emular imagen y actitud, sin tener en cuenta que lo que encumbró al mítico guitarrista fue su técnica; algo que Kravitz, sin ser un inútil, nunca ha llegado a tener.
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Prince
Si alguien creó esperanzas como heredero del legado de Hendrix, fue Prince. Aferrado desde un principio a la música disco, el artista no ha dudado, sin embargo, en adentrarse en el rock and roll y el blues. Algo que pasa desapercibido muchas veces es el inconmensurable talento de -el antes conocido, después de nuevo y ahora otra vez como- Prince y su destreza a la guitarra.
En técnica no queda lejos de Hendrix, pero es el espíritu el que verdaderamente evoca aquella Stratocaster blanca de cuerdas invertidas. La constante necesidad de innovación, de sorpresa, exprimiendo la guitarra en todas sus vertientes y buscando hasta el último sonido que esta sea capaz de producir.
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Carlos Santana
Cuando Hendrix conoció el éxito con The Jimi Hendrix Experience, Carlos Santana acababa de formar su primera banda, la Santana Blues Band. Llegaron juntos a Woodstock, Hendrix en el clímax de su fama y Santana como una brillante promesa de futuro. Su habilidad como solista le proclamó como el “Jimi Hendrix del rock latino”.
¿Cuál es el problema entonces? Que en Woodstock debió hacer un riff o una línea que le gustó tanto que decidió hacerla durante el resto de su carrera. Su affaire con el jazz fue una profunda puñalada para su nivel de ventas a mediados de los ‘70, por lo que regresó a aquel tono tribal y accesible que ahora conocemos, quedando marcado como el estándar del artista y de ahí la redundancia a la que, irremediablemente, se ha dejado caer.
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John Frusciante
El ex Red Hot Chili Peppers no solo comparte su afición por las Fender Stratocaster. Aunque su estilo haya alcanzado niveles sobrenaturalmente eclécticos en su carrera en solitario, los fulgurantes momentos de rabiosa improvisación y punteos de Frusciante son un claro heredero del enérgico ruidismo que instauró Hendrix como sello del guitarrista de rock.
Inculcar el sentimiento momentáneo en la ejecución de una guitarra eléctrica es otro de los inmortales sellos del inigualable Jimi Hendrix y una artesanía que John Frusciante ha logrado también amaestrar, perfilándose como el perfecto paradigma de una de tantas facetas del mítico guitarrista que falleciera hace casi 44 años.