Monomania, Monomania, Monomania, Monomania, Monomania, Monomania. El primer golpe llegaba con un Bradford Cox destrozado, como un cuerpo violado que vuelve a la vida a duras penas tras haber flotado inerte durante días en alguna rivera.
Iba a ser un álbum rompedor. De estos que reinventan un género o la propia historia. No lo es. ¿Y qué? Random Access Memories va a escucharse mucho (y con distinta predisposición) durante décadas por una sencilla razón: es muy (muy) divertido.
Épico. Como calificativo y como cualitativo. Es majestuoso en su forma y brillante en su extravagante calidad. El sutil uso de la electrónica entre la grandiosa catedral instrumental que Woodkid crea en su debut The Golden Age (2013) es una de las obras más personales y bullentes de talento en mucho tiempo.
Los cuatro franceses han dejado en un segundo plano las guitarras y se han sumergido en el sonido de los sintetizadores. El disco se llama Bankrupt! y es un reto maravilloso, también ingenuo, pero esto no es para nada una mala noticia.
Los Wavves más humanos de toda su carrera publican Afraid of Heights, toda una maravilla. Adéntrate en su jodido universo de rock desencantado, todavía más magnético.