Band of Horses reaparecen con su cuarto disco de estudio. Me gustaría dar buenas noticias esta vez, pero no será el caso. El disco no termina de cumplir las expectativas, se queda a medio camino.
Parece más bien la regresión de una banda actual a los años dorados del rock. Cada vez que escucho el disco viene a la mente una referencia diferente. Parece que la colaboración de Glyn Jones ha dado sus frutos. Este productor, que ha trabajado con grandes figuras de la música del siglo XX, como The Who o los enormes The Clash, le ha dado un toque añejo al conjunto. Con distorsiones muy clásicas y poca presencia de los platos, se ha configurado el sonido del Mirage Rock. Pero como siempre ocurre, para escoger unas cosas hay que renunciar a otras, y de este modo, ya no podemos escuchar el sonido potente que salía de las guitarras en su primer disco: Everything All The Time.
El largo en general es bastante menos contundente que los anteriores, e incluso podría decir que le falta coherencia interna. Podemos oír bastantes sonidos acústicos y con tintes folk (Everything’s Gonna Be Undone), que recuerdan rápidamente a Led Zeppelin con su Going To California) o incluso a The Pogues. También nos encontramos un rock clásico en A Little Biblical y How To Live, descendiente de los Allman Brothers. Además, el segundo no deja de recordarme al disco Postcards Of The Hanging, de The Grateful Dead (discazo). Por otra parte, podemos encontrarnos baladas setenteras como Slow Cruel Hands Of Time.
Todo lo anterior está en la primera parte del disco, más o menos coherente, pero al llegar al noveno tema, ya en la recta final, algo ocurre. Algo falla en estos tres cortes. Diría que los últimos diez minutos del disco lo hacen insufrible. Parecen pasar desapercibidos en las primeras escuchas, pero en una escucha más exhaustiva, te das cuenta. Tres canciones que no aportan nada, por no hablar de la voz rasgada fingida del último, que simplemente, lo desmerece.
En definitiva, un disco del montón, que por desgracia no consigue la contundencia de los anteriores trabajos, a pesar de la cuidada producción (su sonido va esta vez por diferentes derroteros). Hay chispas de genialidad, como el soberbio tema Dumpster World, pero no se acercan a las llamaradas que desprendían antaño, por ejemplo en The Funeral.
Creo que falta trabajo detrás de este LP, y no me parece descabellado pensarlo cuando el propio cantante afirmó que había sido el “más fácil de hacer”.
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