Bob Dylan vendiendo lo que es americano -entendido como estadounidense- y lo que no. Decepción al escuchar esa esencia de que no hay cosa más americana que América. El espíritu inconformista transformado en naftalina conformista y decrépita. ¿Qué es América? Creo que Black Lips.
Los de Atlanta se han enfrentado al paso más complicado de una carrera atípica. Nos enamoramos de su gamberrismo y de su suciedad. De la forma de crecer sin tomarse en serio. A una banda como Black Lips se les pone fecha de caducidad al instante. Siete discos después siguen dando motivos para creer que lo suyo tiene mucho camino aún. El culpable es ‘Underneath the Rainbow’ (Vice, 2014), una nueva mierda que engancha como a la plata.
Lo tenían complicado con el brillante ‘Arabian Mountain’ (Vice, 2011) y su sabor añejo. ¿Cómo responder a una trampa así? Sin complejos. Han decidido ofrecer su producto más norteamericano, perdido entre influencias que huelen a polvo como ‘Do the Vibrate’, ‘Funny’o ‘Justice After All’ sin perder los rasgos propios como sucede en ‘Smiling’ o ‘Make You Mine’. Eso es mucho y a la vez nada para una banda que sigue disfrutando de un gran momento.