- READYMADE (2012)
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5
- por Yago Cobas
Brendan Benson nos trae esta vez un álbum de doce cortes, su quinto álbum de estudio en solitario. Alejándose de los sonidos de otros proyectos paralelos, como los dos LPs que ha publicado con The Raconteurs, se centra en un pop rock fácil, en el que, a pesar de que se puede escuchar un poco de todo, no hay temas realmente sobresalientes.
What Kind Of World tiene un estilo bastante abierto, que va desde el rock canadiense hasta el rock sureño. Brendan publica este disco con su propio sello, Readymade Records, y se convierte, ya en la primera escucha, en un álbum débil, con poco fuelle. No se puede esperar mucho de un álbum que deja insatisfecho tan pronto.
El LP abre con el tema homónimo: What Kind Of World, que, junto a Light Of Day y Here In The Deadlights, algunos de los cortes más representativos, tienen una clara influencia de grupos canadienses, como Nickelback, u otros estadounidenses como Bon Jovi, con abundantes distorsiones y voces propias de una canción pop. Éstos no terminan de llenar el espacio que abarcan y se quedan a medio camino. Por otra parte se encuentran otros cortes más suaves, entre los que están Pretty Baby y No One Else But You. El primero de ellos es un auténtico tedio, una canción monótona, sin apenas cambios y sin nada que decir. No hay nada más que exprimir tras los primeros treinta segundos. El segundo comienza pausado, pero hay una evolución (demasiado poco frecuentes en esta obra, casi brillan por su ausencia) que lo enriquece mucho, culminando en un punto álgido claramente marcado.
Otros temas sí que pisan más fuerte, en especial el octavo, Met Your Match y el undécimo, titulado Come On. Éstos, con unas letras más directas, al igual que sus guitarras, trepidantes, con un estilo parecido al de Kasabian, constituyen el plato fuerte del disco. El último corte hace un llamamiento a la música popular estadounidense, el folk y el country. Una pista sencilla, que alegra los oídos por sus similitudes con grupos de rock sureño ya considerados de culto, como pueden ser Creedence Clearwater Revival.
Fue grabado en los estudios “Welcome to 1979”de Nashville, Tennessee de modo totalmente analógico, algo loable en los tiempos que vivimos, pero que denota cierto purismo. ¿Hay tanta diferencia realmente entre analógico y digital? ¿Es esta una obra que merezca o haga justicia a ese sonido vintage?
En definitiva, este álbum no llama la atención, a pesar de lo que se podría esperar de un músico de esta talla. Parece no tener pretensiones de ningún tipo, ya no estéticas o formales, sino de espíritu, de ilusión. No sería extraño que sonase alguna canción en VH1. Con todo, y por buenas que puedan ser algunas pistas, le falta algo a esta obra. Quien escuche el disco, se dará cuenta de que lo que le falta a algún tema es un anuncio de cervezas al que acompañar.