COLUMBIA
[2012]
[6]
Caroline Polachek y Patrick Wimberly forman Chairlift, un dúo de Brooklyn que ha publicado recientemente su segundo trabajo Something, esperado por mucha gente que se quedó sorprendida con su disco debut, Does You Inspire You. No obstante, será una mala noticia para algunos el hecho de que esta nueva publicación se aleja más y más de lo que nos atrajo de ellos por primera vez.
En primer lugar, los ritmos se han acentuado y afilado de cara a dotar a los cortes de un componente mucho más bailable. Así, con Something entran de lleno en los 80’s a través de los graves, a los que acompañan de algunos sonidos propios de las herramientas que utilizan los grupos de dream pop actual, como Cant de Chris Taylor, que casualmente también ha vivido mucho tiempo en Brooklyn de la mano de su proyecto más conocido, Grizzly Bear. Por otro lado, aunque a consecuencia de lo anterior, el carácter naïf tan espontáneo del grupo se ha visto relegado a un puñado de cortes y a la testimonial representación en la voz de Polachek.
Las mejores muestras de esta variación son Sidewalk Safari y el trabalenguas Amanaemonesia. Los bajos han ganado presencia y uno ya tiene ganas de comenzar a sacudir sus extremidades al ritmo de un impulso casi trepidante. En este sentido, se nota la influencia de TV on the Radio, unos paisanos de los de Brooklyn que han hecho una mejor adaptación de este espíritu retrospectivo con su excelente Nine Types of Light. No obstante, Chairlift no se quedan aquí y amplían el espectro con algunos retazos festivos con esa particular ambientación de synthpop prefabricado y cercano al madchester que popularizó Pet Shop Boys en Londres. En este caso, también podemos citar a Amanaemonesia o la adictiva I Belong in your Arms.
Pero donde pierde enteros el trabajo es en el abandono de esta tendencia e intenta manejar los silencios o prolongar las canciones más allá de lo que dan de sí. Take It On Me y Ghost Tonight intentan llevar a cabo esta metamorfosis y bajan el nivel del disco. Aunque recuerdan en parte a lo más ochentero de Roxette no se libran de la losa de la falta de inspiración, y más que ampliar aún más el marco de las referencias a un pasado de luces y guateque, se quedan en tierra de nadie entre la versión musical de los inicios de Madonna y la aportación musical de los geniales Depeche Mode. Mejor resultado consigue una menos pretenciosa pero mucho más épica Met Before, con ese ritmo incansable y machacón que recuerda al maravilloso Sweet Disposition de Temper Trap, aunque con unas guitarras enterradas en la tierra y encerradas bajo llave.
Por otro lado, las baladas, que son uno de los reductos de su trabajo anterior, también resultan en gran parte repetitivas, más que delicadas creaciones de una mujer que tiene el don de poder cantar con naturalidad hasta debajo del agua. Es una pena que hayan tomado los derroteros del synthpop, igual que ha ocurrido con otros diamantes en bruto que, como Class Actress, puede acariciar con su voz sin que necesites nada más. Era un tipo de indie-pop que parece en extinción ante los abusos y estridencias de las sonoridades de los 80 que tan bien se le dan a otras well-shown-ladies como Goldfrapp.
El final repunta con ese espíritu Brooklyn que ha capitaneado recientemente Real Estate tras la estela de Woods. Todo queda en casa. Retoman las guitarras acústicas y un sentido mucho más informal, lejos de todos los artificios que pueblan este gris Something. De hecho, Friding Spring, Turning y Guilty As Charged vuelven a la carga en este sentido y dan el toque más Days de este genial cuarteto del que son vecinos. Aquí los estribillos juegan un papel importantísimo, puesto que son uno de los mejores ganchos que sigue manteniendo el grupo.
por Carlos Naval