ITALIANS DO BETTER
[2012][8]
El clímax es esa cosa que engrandece o empequeñece una obra. Lo solemos asociar con la muerte, con una persecución o con un encuentro que o termina mal o termina regular. El clímax es un problema para escritores o directores y suele convertirse en buena noticia para el espectador que sabe que en esos minutos se libera toda la tensión acumulada en una hora y media o en 300 páginas, depende. En un disco el clímax no es especialmente valioso. Sin embargo, sí que importa la forma con la que comienza un álbum, importa la capacidad de los sonidos para mecer o alterar y es fundamental que al terminar uno quieras más, pero para esto no hace falta un final imperecedero. Basta con no estropear la tónica del disco. Johnny Jewel ha trastocado ese concepto creando el clímax más estimulante de su carrera. La pista se llama No escape y su excelencia se apoya en la densidad de unos sonidos que hilan 14 minutos sobrecogedores. Un retrato instrumental que penetra en tu cabeza dejando la misma sensación que esos orgasmos lentos y suaves que acaban con una exhalación dulce y prolongada.
No escape es la última canción de un disco titulado Kill for Love. Cinco años después de Night Drive, Chromatics regresan para establecer una nueva dimensión en el synthpop con un álbum que dura una hora y media y que podría haber sido un doble impresionante. Jewel no lo quiso así, su intención era que las 17 canciones se disfrutasen sin interrupción. Con contenido y forma de banda sonora no hay que ser muy listo para adivinar que Kill for Love es un reto, una especie de venganza para paliar el rechazo que este productor multi-instrumental recibió por parte de Nicolas Winding Refn. El director de cine rechazó la banda sonora que el músico compuso para Drive. Lejos de fracasar, esta película (es uno de los mejores filmes del año pasado) está envuelta por una música soberbia que no ha pasado inadvertida, Cliff Martinez es el autor de la mayor parte de las melodías. No de todas, porque entre ellas hay temas aislados como por ejemplo el Tick of the Clock de Chromatics. Paradojas.
A pesar de que Jewel se desquitó con la publicación de dicha banda sonora a la que tituló Symmetry: Themes for an Imaginary Film, la obsesión por Drive vagabundea en una atmósfera sensual repleta de sonidos que someten cada melodía a un misterio semejante al que residía en la silenciosa melancolía de Ryan Gosling. Kill for Love o Lady tienen esa magia cinematográfica que obliga a llenarte la cabeza de imágenes de ciudades donde la noche es infinita y los fluorescentes conviven con los secretos mejor guardados. El piano eléctrico y los sintetizadores envuelven la sugerente voz de Ruth Radelet, el mejor instrumento que posee esta banda de Portland.
Las innovaciones de Chromatics pasan también por las cuerdas vocales, una distorsión suave envuelve el primer timbre masculino del disco que eleva These streets will never look the same por encima de las nubes. El repetitivo punteo de guitarra crece hasta fundirse para siempre en la mitología del Post-punk. La misma voz regresa para engancharse a nuestros odios en una pista gemela, Running from the sun. El piano acústico hace las veces de guitarra mientras la percusión adormece nuestros sentidos.
Canciones como The eleventh hour paralizan el alma mediante la timidez de unos violines casi perversos, sin embargo la rotura sensorial que provoca el silencio repentino estropea en cierta forma la experiencia. A pesar de todo, uno es consciente de estar ante un trabajo casi épico que mira desde no muy lejos a aquel del que tanto se habló el año pasado, ese que elevó a M83 al Olimpo de la electrónica, ese titulado Hurry Up, We’re Dreaming.
Y entonces llega The river, una magistral pieza que bebe a sorbos del italo-disco y que anuncia con ahogada tristeza el maravilloso final. No escape abría esta crítica y la debe cerrar. Gracias a ese poderoso clímax queda demostrado que se puede hacer poesía con los artificios de la electrónica. Eso y que la banda sonora que no pudo ser se ha convertido en un álbum espectacular que podría ser, sin embargo, la mejor banda sonora del año. Paradojas.
por Pedro Moral