‘Silver Donna’ es quizá la canción más Richard Swift que se puede encontrar en los tres trabajos que Damien Jurado ha creado junto al productor californiano y define muy bien lo que es este ‘Brothers and Sisters of the Eternal Son‘ (Secretly Canadian, 2014). Los coros del productor terminan por robar todo el protagonismo al de Seattle. El álbum que cierra la trilogía del binomio se ha convertido en el menos sorprendente, quizá acomodado el creador y su mano derecha a una química que ha funcionado demasiado bien. La influencia del productor en el álbum es también la mayor. Jurado ha ido intoxicándose de los mundos sonoros del californiano hasta llegar a un álbum que bebe directamente del último y recomendado EP de Swift ‘Walt Wolfman‘ (Secretly Canadian, 2011).
‘Magic Number’ es la elegida para iniciar el camino final, un recorrido de 10 canciones que sigue apostando por la idea del álbum directo y de corta duración. Inicia también un inicio que nos lleva a pensar en un álbum glorioso. Le sigue ‘Silver Timothy‘, mejor corte del trabajo en el que Jurado se limita a ser él mismo y Swift a mantenerse en su sitio, momentos en los que el álbum consigue funcionar mejor.
La comodidad de haber conseguido en sus últimos trabajos un sonido especial ha podido influir, ese combo entre la canción folk y la experimentación más primitiva hacia la que ha caminado junto a Swift. Puede también que en esta evolución sin descanso hayamos encontrado cierta comodidad a lo brillante, esa forma de vida en la que siempre hay que ser soberbio.
Encontramos en este matrimonio artístico una parada que, pese a que este nuevo trabajo tiene cotas excelentes, no consigue sorprender como lo hizo en ‘Maraqopa‘ (Secretly Canadian, 2012) y ‘Saint Bartlett‘ (Secretly Canadian, 2010). ‘Brothers and Sisters of the Eternal Son‘ es un álbum disfrutable, genuino en un mundo en el que pocas cosas lo son pero en el que había unas expectativas tan altas que deja cierto vacío al finalizar.