Está demostrado. Mr. Vedder puede hacer lo que le venga en gana. Tiene la suerte del triunfador, de aquel al que no le importa lo bien o lo mal que le salgan las cosas porque nos tiene en su mano, la historia lo dice. Cuando se cumplen 20 años de la fundación de Pearl Jam –en mi opinión el mejor grupo del movimiento grunge- a Eddie se le ocurre lanzar, de un modo casi esquivo, su segundo disco como solista: Ukelele Songs.
El disco no es más que lo que su nombre denomina, canciones sólo con un ukelele de por medio. 16 cortes en los que el tipo que rugió más alto se enfrenta a tal folklórico y pequeño instrumento. Una apuesta arriesgada. Pero Eddie, el mismo que sobrevivió al hacha que apuntó con fuerza a los renovadores del rock en EE.UU. al principio de los noventa, el que durmió su grupo madre durante años y se alejó de los focos para volver en 2006 con un gran LP con un aguacate por portada, se atrevió a darse el lujo de publicar un disco así. A pocos se les está permitido. La duración de cada canción apenas supera los tres minutos, baladas simples que dejan la fuerza a la voz y creatividad del líder de Pearl Jam. Esa voz.
Si hablamos claro de lo que el disco aporta, no se puede decir que sea gran cosa. Casi un acceso exclusivo para fans. Pasados los siete cortes –como mucho- el disco comienza a dejar de innovar e incluso se vuelve repetitivo. Una obra muy compacta con una sola idea en la que no se echa de menos más, al contrario que ocurría con la primera aventura en solitario de Vedder. En la banda sonora de Into The Wild (2007), el de Illinois/Seattle recurría a todo su potencial para dar sonido a la película de Sean Penn y de paso rendir al oyente, que este acabara pidiendo doble ración. En este álbum, toca pedir la hora. El ukelele no puede dar más de lo que es, como el alumno aprobado con suficientes al que se espera que abandone la enseñanza obligatoria llegados los 16. Y son esos, 16, los cortes que hacen que Ukelele Songs pese demasiado. No es más que una obra para pasar el rato que, seguramente, Vedder hizo porque le apetecía, sin buscar reconocimiento ni aplausos del público, que de esos ya le sobran. Bien por él.
MONKEYWRENCH [2011]
[6.2]
J. Castellanos