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MOM+POP
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7,2
Qué bien sienta alejarse de las florituras, de las composiciones complejas, de la profundidad recalcitrante, de la música trascendente, de los clásicos, de las nuevas modas, de lo hipster y absolutamente desconocido, del postureo, del pseudoarte, de lo intelectual y de los buenos modales. Alejarse de eso y acercarse a la celebración de la descerebrada juventud, a los guitarreos que producen callos en los dedos, a los gritos de rebeldía, a los modales incorrectos, a los exabruptos, al género más básico, al sonido que hace que la cabeza se mueva de arriba abajo sin propósito o que te incita a simular con la boca el sonido de unos acordes macarras. De vez en cuando es bueno volver a la inmadurez y beber Dyc y arrancar el cártel de SALIDA del lugar neurálgico de la música independiente. Y FIDLAR simboliza toda esa mierda barata que consumimos en los mejores momentos de la adolescencia y primera juventud. Hablamos por tanto de mierda de la buena.
La rabia que conduce el sonido de estos cuatro jóvenes de Los Angeles ha sido heredada de The Clash o Los Ramones pero FIDLAR ha vaciado las letras de contenido político y las ha rellenado de fucks, diferentes drogas y alcohol barato. El garaje que destilan es puro, tanto que hace daño al estómago, por eso lo mezclan con algo de pop, de punk y de hardcore. Mucho mejor. Al final va a resultar que la pureza está en la mezcla.
Es evidente que la influencia de los Black Lips está ahí, como el olor inconfundible del humo que asciende tras una calada a un cigarrillo repleto de piedras. Pero todas estas pequeñas y grandes inspiraciones están plasmadas con tanta insolencia que caen simpáticas. No Waves por ejemplo, el cuarto corte de este debut está adornado con una melodía bastante pegadiza que recuerda inevitablemente a Wavves. A FIDLAR les da igual reconocerlo desde el título.
Con ese descaro propio de las bandas nacidas en Los Ángeles, a veces impostado otras veces no, FIDLAR comienzan el disco con un corte que funciona como un tiro. Cheap Beer es sencillamente un tiro en la cabeza, ahí quedan esos gritos que llenan el micrófono de babas, su letra insultante y esas guitarras que se retuercen. Con Stoked and Broke nos muestran ese garaje barato por el que muchos matarían. Uno de los momentos más dulces del disco es ese riff de Whore y las voces traídas de otra década que lo acompañan.
Y entonces se ponen duros, muy duros, con 5 to 9. Un hardcore almibarado con guitarras endiabladas y de duración propia de una pista de Blink 182. Y para terminar Cocaine. 14 cortes, quizá demasiados, el álbum podría haber sido más corto y por tanto mejor, pero es curioso ver como empiezan con cerveza barata y terminan con droga dura. Ya se sabe… Pero esta gentuza no pretende escandalizar, solo enseñarte el dedo corazón. Y eso es FIDLAR. Fuck it, dog, life’s a risk!
- Y a ti, ¿qué te parece el disco debut de FIDLAR?