En la escuela me obligaban a ir a la iglesia, me gustaría contaros que era un rebelde, que me escapaba, que era más astuto que las monjas. No, yo me sentaba en el banco calladito, domado. Lo que sí hacía era ignorar al cura, no por nada, simplemente me invadía el aburrimiento. Me quedaba mirando las vidrieras, sus colores me transmitían sensaciones básicas: inquietud, extrañeza, indiferencia; depende. Nunca llegué a creer, quizá no había visto la vidriera adecuada.
Y llegan Hot Chip y firman In Our Heads, un quinto disco soberbio, complejo y enérgico, dos años después de One Life Stand, su cuarto trabajo, un álbum apabullante lleno promesas sobre el mejor electro-pop. Llegan Hot Chip y dan un golpe en la mesa meses después de que un cuarteto de Edimburgo llamado Django Django llegara a la excelencia artística del rock experimental con esa obra maestra llamada igual que ellos. La banda de Londres no consigue superar ese magistral debut, pero están tan cerca que uno comienza a creer en la buena salud de un género lleno de farsantes, uno empieza a creer que existe la posibilidad de buscar los hits sin desatender la calidad o la complejidad musical –hablo de esa pieza discotequera y maravillosa titulada Don’t Deny Your Heart-. Uno escucha In Our Heads y recupera la fe en la mezcla, en el synthpop con tonos funk, en las baladas de sintetizador… Es posible que lo que tengan Alexis Taylor y Joe Goddard sobre sus cabezas sean aureolas.
Ambos han grabado un disco construido con el claro objetivo de aumentar el número de creyentes. Hot Chip no quieren engañar a nadie y por eso en In Our Heads han seguido tres caminos distintos. Menos riesgo y todos más contentos.
Hay canciones construidas con la intención de salvar ese peldaño que se hace de rogar: ser o no ser mainstream. Primero ese pop sobrio y quizá algo facilón de How Do You Do?, después el homenaje al mejor funk setentero con la ya nombrada Don’t Deny Your Heart y por último Look At Where We Are, una balada muy correcta y bastante prescindible con varias voces compartiendo esos machacados Ouh Ouh.
El single, Night and Day, pertenece a otra clase de cortes. Cuando ese tal Taylor con pinta de absoluto nerd y su compañero Goddard se emplean al máximo, cada guitarra, cada sintetizador, cada tecla o cada arreglo terminan formando parte de canciones redondas. Canciones arriesgadas, compuestas con nervio pero pensadas con frialdad y un punto de genialidad tranquila. Aunque Night and Day vista de corte discotequero hay cierto misterio insalvable dentro de ella que la hacen uno de los mejores singles del grupo. Flutes y Let Me Be Him son consecuencias de este estado de lucidez. La forma en la que enlazan las distintas voces de Let Me Be es marca de la casa, un trabajo meticuloso que se deja saborear durante los siete minutos que dura esta canción. Siete minutos con cambios de ritmo, con coros cuidados y con sintetizadores pausados pero contundentes. Luego están esas voces de niños jugando en el parque (o en el recreo) que son utilizadas como adorno de la melodía. Esas maravillosas ideas que solo salen de las mentes con talento, esos hallazgos que engrandecen el viaje.
Por último está ese tercer camino que toma Hot Chip, el más arriesgado. El que siguen en canciones como Motion Sickness, These Chains o Ends Of The Earth, donde el house cobra importancia. Donde la guitarra digitalizada nos guía hacia un final fantasmagórico en Motion Sickness o donde la percusión alterna con uno de los teclados más imaginativos del electro pop en These Chains.
Aunque The Warning siga siendo el mejor disco de Hot Chip -el más irregular pero el más oscuro e irreverente, con canciones tan extrañas como Over And Over– su último trabajo no deja de ser imprescindible, denso sí, difícil también, pero tan provocador y envolvente que merece la pena tomarte una hora para masticar cada corte.