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RCA
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7,5
Música traída del futuro para almas deseosas de sonidos nuevos recién llegados del siglo XXI. O XXII, quién sabe. Canciones que parecen haber sido de un viaje realizado en un Delorean DMC de Marty McFly y “Doc” Brown. Síntesis perfecta de la evolución natural del ser humano hacia la electrónica, imparable desde las entrañas de Silicon Valley a sus casas. Casi nada. Así es el Exile, el nuevo álbum de los británicos Hurts.
Con tintes incluso trance en algunas de sus canciones, el dúo británico de synth-pop ha hecho honor a la calidad y capacidad inventiva de Manchester, ciudad de la que son originarios. No hace falta recordar al lector, aunque lo haga, la cantidad de grandes grupos surgidos en ésta ciudad (si bien no necesariamente de este estilo), como Oasis o Joy Division. Tampoco creo necesario, aunque haga una breve reseña, rememorar el estilo creado en la gran metrópolis de la industria del Reino Unido, el Mad–Chester de los años 80, con The Stone Roses o Inspiral Carpets a la cabeza de ese movimiento cultural. No todo es fútbol ni sus grandes salarios en la ciudad del Río Mersey, aunque para muchos sólo sea recordada por eso.
Si tuviéramos que resumir en unas pocas palabras las sensaciones de escuchar este nuevo disco, diría que es un LP no apto para los puristas de la música tradicional independiente. Está diseñado exclusivamente para los herederos de la última etapa de Depeche Mode: música electrónica creada con el único fin de satisfacer a mentes abiertas a las que les gustan los sonidos más novedosos. Es de esos específicamente creados para los oyentes que buscan impresiones nuevas dentro de polifonías increíblemente elaboradas, o para seres humanos extrañamente amantes de los cambios.
Los temas de Exile son orquestales, y eso que han sido sometidos a un alto grado de sintetizador. La dulce voz de Theo Hutchcraft unida al poderoso sonido creado por Adam Anderson les hacen tremendamente diferentes. Al fin y al cabo, ¿qué se puede esperar de un grupo en el que sus componentes se conocieron en una pelea? Que si en algún momento sus vidas trascurrieran por un sendero similar, lo hicieran de una manera tan brutal que fueran inseparables. Y así ha sido. El carácter compacto del grupo se puede vislumbrar en temas como Somebody To Die For, o en The Rope. Heaven parece haber salido de algún álbum de Coldplay, eterna banda para generaciones enteras.
Exile, el tema que da nombre al disco, es otro claro ejemplo de esta expresión. La canción acaba pareciéndose a Enjoy The Silence de los anteriormente citados Depeche Mode. Parece un híbrido ante la versión original de ella y la realizada en 2004 por Mike Shinoda de Linkin Park.
Una vez definido su estilo y habiendo encontrado su identidad, sólo les queda mantenerla. Tras dos discos maravillosos no considero que hallan llegado a su madurez más absoluta, y eso es bueno, porque aún nos pueden dar más. Sólo deben seguir así, haciéndonos viajar en el tiempo hacia delante y atrás con sus sonidos únicos en su Delorean con condensador de fluzo.
- Y a ti, ¿qué te parece el segundo disco de Hurts?