ANTI-
[2012][8,5]
¿Qué es lo que sientes cuando estás irremediablemente perdido? De eso habla Islands en su nuevo disco: A Sleep & A Forgetting. Y es que, Nick Thorburn se encarga el solito de convertir a este largo en el más personal y más íntimo de todos los que han publicado hasta la fecha. La situación no exigía así, puesto que comenzó a trabajar en él cuando se mudó a Los Angeles desde Nueva York, una vez rompió con su novia. Allí, se encontró con un piano clásico con el que compuso todas y cada una de las canciones del trabajo. El día de su publicación, 14 de febrero, incluso ironizó sobre el hecho de que el disco comenzó y acabó el día de San Valentín. Para entonces ya lo tenía más que superado.
Pero el número 14 se ha convertido en toda una obsesión. También es el número real de canciones que van desde la agresividad hasta la rabia, de la aceptación a la alegría o a la tristeza más profunda. Es la definición perfecta de perder algo importante en tu vida, y refleja al detalle la esquizofrenia de alguien que sufre y que intenta rehacer lo que le queda y sigue conservando esperanza en su interior. No obstante, la sorpresa para los melómanos es que nunca habíamos escuchado antes a los canadienses de esta forma. Ya no se reconoce en ellos el pelaje pretencioso de un rock totalmente inocuo de Arm’s Way o las reminiscencias ochenteras de su disco directamente anterior: Vapours.
Es un nuevo mundo al que da entrada a través de In A Dream It Seemed Real Thorburn con su voz delicada, que recuerda a la del maravilloso Sascha Ring cuando se muestra tal como es. Parece mentira que esté diciendo ‘I watch the city burn…’, pero es que realmente están solos él y el mundo. Él y su piano. La melancolía deja paso a la tristeza desmesurada de This is not a Song, realmente increíble y escalofriante. Pero, como decíamos antes, el dolor tiene muchas formas, como la de la negación, con Never Go Solo, donde podemos escuchar por primera vez al cantante exclamar ‘You’ll never find the way home…’, o la más agresiva Can’t Feel My Face, donde enumera todas las cosas perdidas que va a poder recuperar, sin estar demasiado convencido.
Es una genial idea de presentar sus sentimientos, tal vez un producto demasiado personal como para introducirse en el burdo mundo de la comercialización discográfica, de la misma forma que pasó con el famoso Tears in Heaven de Eric Clapton o Wish You Were Here de Pink Floyd. Sobre todo por el formato, que hace que algo tan íntimo pueda resultar dinámico y fresco. Pero los mejores cortes son aquellos en los que el cuarteto se viste con ropa de la playa con Lonely Love o se entrega a una botella de bourbon en una barra instalada junto a las olas en No Crying. Así, cabe destacar también Hallways, un curioso juego de palabras con el que consigue recordar la vivacidad del grupo perdida en el camino, y que tanto tiene de su brillante primer álbum: Return to the Sea. A base de acordes de piano desenfadados y la seguridad que da ser sincero, vuelve al cuarto de su amigo y excompañero Jamie Thompson, donde grabaron el trabajo debut y presenta este corte realmente imprescindible. Una buena noticia para todos sus seguidores y para los amantes de la música.
En la recta final de A Sleep & A Forgetting, el grupo vuelve a caer en las lágrimas del recuerdo melódico en Oh Maria, Cold Again o Don’t I Love You del que solo se salva Comes To Light, con una alegría más propia de una sitcom. ¿Qué se siente cuando estás irremediablemente perdido? Es difícil describirlo con palabras, seguramente una intensa soledad que es difícil de rebatirle al tiempo. Afortunadamente, no hay silencio. Al menos, no para siempre.
por Carlos Naval
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