¿Qué cambia cuando hay dos hermanos sobre el escenario tocando en un mismo grupo? Son incontables los grupos que tienen formaciones donde hay hermanos, desde The Hives, Jackson 5, hasta los Bee Gees. Entonces no debería sorprendernos que haya una banda como JEFF The Brotherhood, donde Jake y Jamin Orrall se han decidido por guisar y comer siempre solos su propio plato de degustación, a golpe de cuerda y caja. Así, vuelven con nada menos que su séptimo disco, Hypnotic Nights, aunque es ahora cuando han aparecido por primera vez en las listas de los más vendidos, lejos de los primeros puestos.
No es para menos la ocasión, a estos hermanos de Nashville les ha coproducido nada menos que Dan Auerbach, uno de los pesos pesados actuales del garage rock al frente de The Black Keys. Y es que el grupo sabe rodearse de lo mejorcito, empezando porque son hijos del exitoso productor Robert Ellis Orrall. Pero hemos venido a hablar aquí del disco, una cálida combinación entre el rugido controlado del animal cordado, las baterías más clásicas y representativas del género musical, y unos coros que invitan a gritar desde el balcón al mundo que amenaza con dormirse ahí fuera. La única concesión a lo comercial vuelve a ser la voz, como acostumbra en este tipo de discos, que, por otro lado, tiene un encanto especial, con ese tipo de gamberrismo desenfadado pero melancólico que te puede llegar a calar hondo o emocionarte si te pilla desprotegido. Y, amigos, es mejor quitarse la armadura para entrar en este disco.
He de reconocerlo, también pensé, como muchos otros medios por equivocación, que estos chicos eran poco menos que debutantes, no en vano tienen una frescura que no se le supone a un grupo que lleva 10 años en el ajo (es el mismo tiempo que han tardado The Strokes en ser famosos en todo el mundo, cansarse de ello y volver para contarlo). Tal vez sea porque parece que últimamente Ty Segall, Japanther, Bass Drum of Death, King Tuff y compañía han puesto de moda el garage y todo lo que sale en esa clave parece que forma parte de una nueva corriente. No hay que engañarse, la guitarra forma parte del imaginario colectivo, y hasta genios intergeneracionales como Richard Hawley o Paul Weller siguen innovando y reinventándose a diario. De hecho, reto a alguien que encuentre una forma de agradar más al oído y al subconsciente que recuperando todo aquello que parecía perdido en la música y presentándolo como si fuera el invento del siglo. Y no estoy hablando de vendedores de humo, estoy hablando de aquellos que tienen una habilidad parecida a la que tiene bajo el brazo Dinosaur Jr. desde que nació.
Es fácil entenderlo sin palabras. ¿Quién escucha por primera vez Sixpack y no tiene la sensación de que creía que ya la había escuchado hace años? Un tema, por otro lado, para cagarse encima. Las armonías superpuestas, el coro semi-inocente, el olor a cerveza y una voz rasposa de levantarse en medio de un campo y bañarse en el río en medio de la noche. «I got a six pack… and i don’t want to go back». Y no solo el single, Mystic Portal II, Hypnotic Mind, Staring at the Wall y varias más conservan esa frescura, menos pesada que en sus anteriores trabajos, como en We Are Champions. No obstante, no todo es garage en la casa del señor. Se atreven con introducciones acústicas en Wood Ox y Region of Fire, increíble corte, y se visten con camisas de cuadros de emos para Leave Me Out. Tanto que al final resultan irreconocibles. Y no hablo de Dark Energy, donde ya se ve que no son ese tipo de gente que va de gamberros por una simple pose. Es la rabia que invita a vivir contra todo pronóstico, contra todo lo que se ponga por delante. Y el acabose es precisamente Changes, con un pie dentro de la electrónica y otro en los coros de música negra.
Tengo la fortuna de tener un hermano gemelo y que a ambos nos guste la misma música. Por esa razón, entiendo que, aunque el disco tenga buenísimas canciones, no esté compuesto para simples mortales, sino para ellos mismos. Es el sueño de cualquiera hacer lo que ellos y su compenetración es simplemente genial. Que me acusen de parcial pero, en este caso, que sean hermanos sí es representativo, joder.