MUSHROOM PILLOW
[2012][8.3]
El destino está escrito, o eso dicen. Lo que nadie sabe es qué ocultan esos escritos. Y cuando llega el revés, ese que nunca pensaríamos que nos iba a tocar, la reacción más lógica para la mayoría de los mortales es el derrumbamiento; que levante la mano quien haya conseguido mantener el tipo, porque le profesaré una admiración eterna. No hace falta que vuelva a recordar al lector que nos encontramos en una coyuntura socio-política lamentable, los ánimos andan por los suelos. Y a eso hay que añadir esos reveses personales, los que siguen llegando día a día, haya o no haya crisis y paro, y no solo al hijo del vecino. Los dos años que separan a Universal (2010) de Fue Eléctrico no han sido especialmente buenos en el plano personal para los miembros de La Habitación Roja. Tal como nos contaba el vocalista Jorge Martí, este octavo cancionero de los valencianos bebe de la rabia y la frustración que se siente cuando las cosas se tuercen, respondiendo con toda la electricidad que le han podido sacar a sus guitarras.
“Salir de esta pesadilla y volver a empezar” es el primer mensaje que nos deja esta colección de 11 temas, de la mano de El Resplandor, un arranque optimista y muy eléctrico que demuestra que, a pesar de todo, la banda de L’Eliana quiere ver esa luz que se acaba encendiendo al final del túnel, ese brillo de esperanza que nunca hay perder por muy mal que vayan las cosas.
Sin embargo, a partir de ahí, vuelven las letras marca de la casa, porque Fue Eléctrico es también un disco teñido de desamor, de casualidades, de miradas al pasado, de temor ante lo que traerá el futuro, de sufrimiento. Probablemente nunca dejarán de ser “la banda que hace canciones tristes que alegran a la gente”. Ni falta que hace, porque estos grupos son necesarios. Al igual que el autor se siente liberado cuando las compone, escuchar canciones tristes nos ayuda a desahogarnos y a recuperar la sonrisa. Y más si son historias de relaciones rotas tan directas y pegadizas como el single, Ayer, o tan bellas como Indestructibles, que también hace referencia a otra ruptura, la del país (“nuestros gobiernos no aciertan a concretar si hubo algún indicio, alguna señal que lo hiciera sospechar” o “Caímos como piezas de un dominó que alguien que no conocemos colocó/nos enseñaron a aceptar su voluntad a pagar sin rechistar”).
Letras ácidas se mueven entre potentes guitarras y baterías trepidantes en Annapurna y la desesperación se cuela en Cielo Protector, aunque vuelve esa actitud de enfrentamiento y de atisbo de esperanza al cantar “nos queda el valor”. Con ese valor y determinación llega uno de los momentos más especiales y luminosos, La Segunda Oportunidad, que comienza como un canto a la juventud, una nostalgia por los maratones de terror, los regresos a casa en los que tenías que disimular la borrachera y los sueños de adolescentes, dejándonos grandes frases como “La música nos salvará, nos hará únicos”. Todo este cúmulo de anécdotas y recuerdos va desarrollándose hasta que te das cuenta de que se trata de una declaración de amor, la de Jorge hacia su chica, a la que conoció cuando se fue de Erasmus a Noruega: “Si tuviera otra oportunidad todo lo haría sólo por volver a la noche en que te encontré/En que te dije lo que hoy sigo pensando sin condición/todo lo haría otra vez para volverte a conocer”.
Tenían razón los valencianos al comentar que cualquiera de los cortes serviría para abrir un concierto. Y para cerrarlo también. La descarga eléctrica se relaja un poco en temas más pausados como los más de seis minutos de Norge, evocador relato de incertidumbre donde se preguntan “¿Qué nos va a pasar? No hay futuro sin presente”, pero la vocación de este trabajo, desde la primera nota a la última, es recuperar esa energía perdida en Universal, un ejemplo de LHR más acústica y también más épica, con sus grandes arreglos y coros que entregaron grandes himnos como Voy a Hacerte Recordar. Aquí vuelven los himnos y los estribillos que sus fans no se cansarán de cantar en sus directos a golpe de electricidad, la palabra clave. Fue Eléctrico revive el espíritu de Nuevos Tiempos (2005) – en un caso muy concreto: el ritmo marcado por la batería de la intro de La Razón Universal remite directamente a uno de sus clásicos, Scandinavia – recuperando la que es considerada la mejor época del grupo, aunque sin superarla.
Hablar del mejor disco de un artista o formación siempre es una práctica arriesgada. Con respecto a La Habitación Roja, vamos a dejarlo en que es uno de los mejores de los ocho que han realizado (más un buen número de eps), un álbum que gana con cada escucha, un ejemplo de una carrera que se ha ido construyendo paso a paso y que respeta la línea que un día el grupo decidió seguir. ¿Demasiado continuista? ¿Poco innovador? Seguramente. Quizás no está escrito en su destino que tengan que dar el paso al mainstream (ay, ese debate que está tan de moda) ¿Y qué? Llevan más de 15 años al pie del cañón, con una legión de seguidores fieles, unos cuantos detractores que insisten en menospreciarles y una nueva generación de melómanos que llegarán a ellos poco a poco. A estas alturas, como bien nos comentaba su cantante, no tienen que andar demostrando nada a nadie. La Habitación Roja seguirá facturando sus letras tristes que alegran, porque Jorge no se sentará a escribir si está contento. Se irá de cañas.
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Nuestra entrevista con LHR, aqui