El historial más reciente de Metallica mantiene a sus seguidores siempre al filo del abandono, perdiendo disco a disco la aprobación de los mismos; aunque sus conciertos sigan siendo multitudinarios, sus discos no reciben la misma acogida. Este Lulu (2011) viene con esa ventaja, que las expectativas eran bastante bajas y por lo tanto sorprenderán ciertas partes de este álbum, pero la imagen general por parte del público no parece que vaya a mejorar con este trabajo, y en cuanto a Lou Reed lo único que ha hecho ha sido entrar en un barco a pique, aunque quizás merecidamente.
El panorama del disco es peculiar y es el siguiente: Es un musical, una banda sonora en la que Lou Reed narra una historia (literalmente, no importan la rima, el ritmo, la melodía… nada) mientras tiene a uno de lo grupos más reconocidos del mundo dándole un fondo musical. Por lo tanto, no parece correcto analizar el disco como un todo; por una parte está el Lulu de Lou Reed y por otro el Lulu de Metallica.
En lo que respecta a Lou Reed no hay mucho que comentar. La historia se basa en la obra del compositor alemán Frank Wedekind, adaptada posteriormente a ópera por Alban Berg. La historia es extraña, confusa, oscura y bizarra en la que la sexualidad, amor frente a odio y la violencia priman en la totalidad del argumento. Por lo tanto en cuanto a esta historia es interesante en un sentido tanto moral como de pura calidad literaria, pero la narración es cosa aparte. En un estilo parecido a un B. B. King desmejorado, la voz de Reed llega un punto en el que es simplemente desagradable y después de una duración de casi hora y media no puede achacársele otro adjetivo que el de insoportable. En el tema Cheat On Me, de unos 12 minutos, la única frase que encontrarás prácticamente será la que le da título. Ha habido gente que ha eliminado las pistas de voz de Reed, y después de escucharlo se puede decir que con motivo.
Teniendo en cuenta que todo el disco se basa en demos que ya había grabado Lou Reed, las partes musicales sí son más acertadas y complementan acertadamente las aportaciones de Metallica.
Sigamos con el Lulu thrash de Metallica. Si en algo les ha venido bien está colaboración es en que por fin han vuelto a producir decentemente un disco. Tras St. Anger (2003) y Death Magnetic (2008) parecía que se habían olvidado de hacerlo, pero por lo visto se les ha vuelto a recordar.
En cuanto a la música en sí podemos encontrar algún tema que recordará a la banda de los defenestrados Load (1996) y Reload (1997), como The View o Junior Dad, pero por lo general abundas los riffs más rápidos y pesados, en una vuelta al metal anterior que puede llegar a crear ciertas esperanzas hacia el futuro próximo disco de la banda. Temas como Mistress Dread o Pumping Blood recuerdan, salvando las distancias, al Metallica del aclamado Master of Puppets (1986). Líneas de guitarra rápidas, otras pesadas, pero en la mayoría acompañan a la historia, con efectos y detalles resonando tras la voz de Reed aunque finalmente acaban desembocando en los tradicionales ritmos de la banda. Junto a las composiciones originales de Reed siguen sonando a Metallica, pero se acoplan bien al estilo del álbum y de su colaborador.
Si hay que hablar de uno en uno, el de Reed es demasiado para cualquiera, por muy buena que sea tu historia esta no es manera de contarla, y el de Metallica es bastante más prometedor que sus anteriores trabajos, aunque habría que verlos cuando vuelvan a estar solos. Pero al fin y al cabo es único disco, por lo que se merece una escucha, en la que encontrarás momentos interesantes y que querrás volver a escuchar, pero por lo general no es fácil aguantar más allá del prólogo de esta historia condenada al fracaso.
WARNER BROS. [2011]
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J. Roa