Nos habían hecho creer que no volverían, pero Nine Inch Nails regresa con ‘Hesitation Marks’ (2013) bajo el brazo. Su octavo álbum de estudio, con heridas en las muñecas aún abiertas, estigmas del desenlace que no se logró llevar a cabo.
Nada logra cambiar al bueno de Trent Reznor salvo él mismo, como vemos aquí. El nuevo trabajo se encuentra fuertemente influenciado por su más reciente trabajo con Atticus Ross en ‘The Social Network’ (2010) y ‘The Girl With The Dragon Tattoo’ (2011), piezas similares en estructura y desarrollo; del escrutante sosiego malicioso a la vigorizante épica de sus estribillos, donde realmente aparece la seña de identidad de NIN. Ambos proyectos de Reznor se fusionan en una aleación consistente ante un desarrollo repleto de subidas y bajadas en su intensidad, fuertemente emotiva y musicalmente cambiante.
Así lo ejemplifican ‘Find My Way’, ‘Various Methods of Escape’ o ‘In Two’: comienzos a un ritmo parsimonioso, de ambientes aterradores en plena epifanía suicida que llegan a una revelación gloriosa en sus emotivos estribillos. En ‘All Time Low’ encontramos su estilo más tradicional, salpicado por retazos de su actual gusto, pero más cohibido en su realización. Más vivo, más abierto. La variante formación de la banda debería aportar un estilo más cambiante, pero aquí queda claro que la mente pensante siempre fue y será la de Reznor.
Abandona tangencialmente el rock industrial para acomodar sus bases en la electrónica ambiental que ha ido desarrollando estos últimos años. Las bases recogen esa sonoridad de fábrica, mientras los sintetizadores se desenvuelven en frecuencias tan grave que casi son inaudibles. Con ello consigue esa atmósfera sobrecogedora de ‘Dissapointed’, así como los emocionantes pasajes centrales de ‘I Would For You’ al alargar estas bases y dejar que suenen libres al aire. Su firma es inimitable y, se encuentre donde se encuentre en el momento, siempre suena a él.