ERNIE
[2012][7,5]
“Me he cansado de darte mi tiempo y mis días/Me he cansado de oírte decir tonterías/Cogeré la puerta y me iré sin avisar”. Así empieza, sin paños calientes, el nuevo álbum de Niños Mutantes, con La Puerta, guión de esa típica escena que ensayamos una y otra vez en nuestra cabeza y que pocas veces (o más bien nunca) nos atrevemos a representarla de verdad; en palabras del vocalista Juan Alberto en la presentación de este Náufragos en la sala Costello de Madrid, es una canción sobre “las ganas que tienes a veces de mandar a tu jefe a tomar por culo”.
Dar un portazo en las narices del jefe, cortar esa relación tan dañina, reciclarse…
¿Quién no ha soñado con mandarlo todo al garete? Y en los tiempos que corren, en los que dan ganas de hacer las maletas e irse a una isla perdida del Pacífico para abrir un chiringuito (y luego salir en ‘Españoles por el mundo’), este tipo de sueños se multiplican. Náufragos, que ocupa el puesto número ocho en la discografía de la banda granadina, recoge y relata las distintas fases de esa locura que nos da a veces, pasando por la euforia y el optimismo, momentos de temor, una ruptura y un posterior redescubrimiento del amor… Porque el título engaña y al echar un vistazo al listado de canciones y ver palabras como infierno, miedo o el comando de reinicio ctrl+alt+supr, uno se pregunta, ¿qué les ha pasado a estos? La vida es lo que pasa y no suele ser fácil, aunque estos Náufragos no andan desorientados y tristes, sino que nos hablan de finales y despedidas que dan lugar a comienzos y bienvenidas a una nueva vida, con espíritu de lucha y optimismo.
Después de ese primer anuncio a golpe de guitarra acústica, empiezas a hacer planes y fantasear sin freno, con Hundir la Flota, de riffs pegadizos, potente batería e sus irresistibles “Oh oh ohhh”, que lo convierten en todo un single. Tras el subidón inicial, llegan las dudas y El Miedo, uno de los primeros ejemplos de la experimentación instrumental que han llevado a cabo los de Granada, con una estupenda trompeta a cargo de Jimi García. La gran apertura del álbum se completa con Náufragos, el verdadero arranque del viaje, sin prisa pero sin pausa, porque la lucha continúa. Como carta de presentación del trabajo homónimo, sigue la infalible fórmula mutante de Las Noches de Insomnio y Errante (Canción Mutante), cortes imprescindibles de Las Noches de Insomnio (2010), mediante la coordinación de voces y el “aaah” de Juan Alberto sobre líneas de guitarra.
Sí, el sonido mutante persiste, pero el grupo quería experimentar y los nuevos textos entonados por la siempre cálida voz de Juan Alberto se han visto respaldados por la ya citada trompeta, ukeleles o los sintetizadores de Banin (Los Planetas, Los Pilotos) que enriquecen la hipnótica y rockera Empezar de cero y que junto a la percusión de Antonio Lomas (Lori Meyers, Grupo de Expertos Solynieve) aportan un punto bailable a Querer sin querer. Estos dos temas no se desmarcan de ese hilo narrativo que parece llevar el álbum, relatando el resurgir del amor en el primero, esta vez con las ideas claras (“No quiero volverte a ver tan solo de sol a sol, yo quiero las noches para estar contigo…), tanto que, si no le parecen bien a la otra persona, en el segundo nos recuerdan que no estamos para perder el tiempo. Previamente, se ha descargado todo el rencor hacia el anterior inquilino de nuestro corazón con duras apalabras, las de El Infierno: “Tú que juzgaste a vivos y muertos, qué mate en el infierno”.
La variedad de estilos sigue poblando el álbum, con las crecientes guitarras de Dame tu Mano, toques de piano en Volverás, el evocador efecto de los sintes en El Pozo (Mejor morir de sed que ir a lo fácil nº12). Sin embargo, esa experimentación a la que aspiraban encuentra su máxima expresión en la muy distorsionada Muerte de un ampli último corte de letra surrealista al que cuesta acostumbrarse, porque parece que hemos cambiado de disco.
Lo último de Niños Mutantes trae un abanico de estilos, novedades sonoras, letras reivindicativas representadas por Caerán los bancos, que no ignoran la situación del país (a diferencia de la polémica campaña de Loewe) y que en general nos animan a reiniciar el chip, a coger un barco, a embarcarnos en una travesía que puede acabar en desastre, pero saldremos adelante. Todo ello unido a una cuidadísima y preciosa carátula desplegable de temática marina: un velero a la deriva y unas sirenas que parecen reclamar a sus tripulantes con sus cantos, bajo la atenta mirada de Poseidón. A pesar de todo, después de varias escuchas, probablemente el oyente empiece a reproducir en bucle las cuatro canciones iniciales y tenga la sensación, quizás errónea, de que a partir de ahí el álbum no es tan redondo como se esperaba.
Con este último apunte no voy a sacar la conclusión de que Niños Mutantes han naufragado en el sentido literal de la palabra, ni mucho menos. Náufragos es otra señal más del buen estado en el que se encuentra nuestro panorama alternativo, donde bandas veteranas como la de los granadinos se mantienen y mantienen a sus seguidores, metas nada fáciles a las que imagino aspirarán muchos de los grupos que están dando sus primeros pasos. Esperemos que Juan Alberto, Nani, Migue y Andrés sigan surcando los mares del indie por muchos años.
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