En la música hay diversos factores que te hacen erguirte como una opción destacada frente al resto, pero la más importante a mi parecer es el súmmum, la unión última de todos ellos: la personalidad, y de esta no le falta a la voz de Richard Hawley. Que no te engañe con su sonido desértico de fuertes influencias norteamericanas, es británico y mucho, demostrándolo en su tradición de incluir lugares de su Sheffield natal en los títulos de sus álbumes, Sky Edge como última entrega.
A diferencia de sus trabajos anteriores, repletos de una instrumentación más suave, aquí resurge su cualidad más guitarrera, con una sonoridad más sucia y amplia en todo su espectro. Destaca la influencia, como dije, del rock desértico norteamericana, con paisajes sonoros fuertes, áridos e hipnóticos que, por otro lado, se entremezclan con retazos de su pasado britpop con Longpips de una manera sutil pero reconocible, así como una sosegada y etérea psicodelia puesta en práctica con ambientales ecos y clásicos sitares, como en Time Will Bring You Winter.
Un paseo por el bosque, fogatas, árboles, luces y sombras: Hawley recrea esta ambientación tanto en palabra como musicalmente, traduciendo el lenguaje de las hojas y las ramas en notas y armonías; sonará muy hippie, pero es un absoluto ejercicio de sinestesia escuchar esas notas perdidas al fondo del ensamblaje sonoro y notar la brisa forestal mientras escuchas Don´t Stare at the Sun o The Wood Colliers Grave. Su profunda voz enlaza desde la mayor sobria gravedad a la dulzura melancolía, haciendo las veces de guía y de advertencia en un camino más interior que técnico, que no echa tanto mano de melodías pegadizas como de sentimientos y sensaciones transcritas a las excelentes líneas vocales.
Los temas más pausados y delicados transmiten esa fría dulzura, que compensa el equilibrio del álbum con cortes más estrictamente rockeros como Down in the Woods, que a su vez representan otra faceta más violenta del mismo recurrente simbolismo. De igual manera, Leave Your Body Behind You invita a la transgresión espiritual, una proyección astral musicalmente guiada de una manera también potente, en una línea más similar a la del primer corte, She Brings the Sunlight, con aspiraciones más épicas en sus coros y sus transiciones finales, grandilocuentes y soberbias. Estos temas contienen además la faceta solista de la guitarra, similar al rock & roll o a la psicodelia en su búsqueda emotiva más que progresiones técnicas o lucimientos instrumentales, que aun así transmiten una rabia inherente en estas piezas que no necesita de tecnicismos.
Con este trabajo, que personalmente me recuerda al estilo clásico de Mark Lanegan en solitario, tanto en registros vocales (aunque Lanegan sea más crudo y grave) como en dirección musical, ofrece novedad, que nunca está de más, emotividad absolutamente bien ejecutada y una versatilidad tanto en el propio álbum como en su carrera global dignas de mención. Un músico no solo competente, si no con una facilidad a la hora de emocionar, más allá de sentimentalismos, y una curiosidad creativa envidiable y que ahora resulta casi una rareza en peligro de extinción. Una sorpresa para mí, sin lugar a dudas, y un paseo que querría repetir día tras día.