Llegado el momento en que cada día salen al mercado miles de álbumes en todo el mundo (la gran mayoría una aberración, por cierto), lo mejor que podemos hacer para descubrir nuevas bandas que merezcan la pena es mirar sus portadas: cuando un arte es plano, vacío, y no dice nada (bien puede tener los más pomposos ornamentos del nuevo collage moderno o solo un cuadrado negro) lo mejor que puedes hacer es ahorrarte los dos minutos que tardará en cargar Spotify y hacer algo útil con tu vida.
El primer disco de Sauna Youth no va de eso: la Fender Jaguar, el bajo Precision y la batería sobre una fachada de una barriada londinense (que bien podía ser el Real Estate de Brooklyn) sabe diferente. Una portada simple, una foto, pero que te invita a subir esas escaleras para ver que podrías encontrar dentro; Quizá te quedes solo en el umbral y no te apetezca conocer más, pero el primer largo de esta banda inglesa suena como un zarpazo en la cara, y créanme, lo mejor está en el interior.
Pocas referencias podemos encontrar en Internet de este cuarteto criado en las resacas del Támesis, pero su primer disco huele al sudor helado de local de ensayo, a la aguja rota sobre Berlín y a mucha mala hostia. Un viaje al paraíso que empieza con Town Called Distraction, un corte de 10 minutos (sí, !escúchalo entero!) que suena a gloria. Música celestial de arañazos y una base rítmica que podría atravesar las paredes de cualquiera. Aquí está la Velvet, Spacement 3, los monólogos de John Lyndon y Ghost Rider; una herencia tremenda asumida de forma genial por esta banda criada en la ciudad que vio nacer los nuevos sonidos que ahora todos intentan copiar.
Sauna Youth encuentra en la resistencia su mejor arma para aguantar todo el tiempo que dura el primer corte; que estarías escuchando cientos de veces seguidas, en las que te perderías en el bucle infinito de la guitarra. Dreamlands consigue así que desde el primer minuto te sometas a su espacio onírico, perdiendo la noción del tiempo, sin poder escapar. Sin embargo, cuando el silencio da paso a Planned Desings vuelve el bofetón en la cara, despiertas, y te sumerges de lleno en la velocidad de la caja, en la voz rota, en los gritos salvajes. Este trabajo es un disco de contrastes: cinco canciones que juntas duran como la primera. Tras el despertar llegan los cortes rápidos, frenéticos, llega SnapBack y PSI Girls, que suena a Costello con los Stooges, o algo así, ni siquiera tienes tiempo de pensar en ello.
Canciones como puñetazos para que Sauna Youth presenten un primer trabajo tremendo, magnífico. Una herencia Punk bien dibujada con la calidad suficiente como para emular a los eternos The Jam en el último corte HairStyles. Dreamlands suena a los viejos tiempo, cuando la música aún sonaba (y las portadas decían algo).
