MATADOR
8,6
How old are you, really? Una mujerona le pregunta a un joven su edad. Le intimida y le agrede con el tono pero no hay respuesta. El resto de un afilado diálogo se evapora entre los primeros acordes de Shut Up. Comienza uno de los mejores álbumes de este lluvioso, atómico y enfermizo 2013. Y el maestro de ceremonias es John Cassavetes, no él, sino una línea de diálogo de una de sus películas. Opening Night (1977), en concreto. Ahora es cuando nos podemos devanar los sesos pensando porque estas cuatro chicas de Londres que reencarnan el post-punk, muerto hace algunas décadas, han elegido una cita del director de cine estadounidense para abrir su debut. Yo tengo dos teorías: 1 El diálogo en concreto y en su contexto original representa la dichosa enfermedad que consiste en negar el inevitable paso del tiempo. Lo mismito que le ocurre a ciertos géneros como… ¿el post-punk? 2 Sin duda elegir a Cassavetes no debe ser una decisión gratuita. Él es el representante del primer cine independiente en los Estados Unidos. Sus películas han sido siempre brutales retratos humanos que nos avergüenzan por lo que tienen de nosotros mismos, que es mucho. Eso es lo que hacen Savages con su Silence Yourself. Nos abofetean. Nos lanzan una reprimenda por ser tan idiotas como para perder la capacidad entre tanto ruido de ver lo realmente importante.
No debe ser bonito estar encima de un escenario, mirar al público y observar como cientos de móviles tapan las caras de la gente. Yo mismo he presenciado cómo algún fulano se pasa el 80% de un concierto grabando con su teléfono. Pagan la entrada y ven el directo a través de la pantalla de su smartphone. Ahí hay una clara evolución: hemos pasado de ser idiotas a ser idiotas descargando aplicaciones. Siento la charla, pero de esto van Savages. De encontrar una vía para que volvamos a experimentar la música (el arte y la vida) en condiciones. Por eso ponen un señor manifiesto en su portada. WE SHOULD BE THINKING ABOUT PUTTING EVERYTHING BACK TOGETHER, entre otras cosas. Toda esta verborrea pasaría desapercibida si no fuera porque Silence Yourself es un disco que te deja en carne viva. Todavía estoy temblando.
Tras un poderoso bajo comienzan a cabalgar de forma salvaje las guitarras de Shut Up y aparece la voz de Jehnny Beth. Las lánguidas y excitantes cuerdas vocales de esta clase de Siouxsie Sioux toman el control y manejan cada canción con la rabia necesaria para tener ganas de explotar. Junto con I Am Here y City’s Full completan una trilogía melódica llena de un rencor urgente hacia las distracciones estúpidas del nuevo siglo. La batería de Milton y las cuerdas de Hassan son duros azotes. Y uno se vuelve masoquista, claro.
A mitad del álbum, Savages paralizan su furia con dos experimentos cercanos al noise-rock. Waiting for a Sing es una canción lenta pero muy ruidosa, a veces duele, tanto como quitarse la costra de una herida no muy reciente. Funciona en su devastación. Al contrario de lo que ocurre con Dead Nature, un corte minimalista que no aporta nada al conjunto.
She Will encabeza la cara B. El riff memorable del comienzo da paso a una canción de sonidos tan atractivos como los versos que escupe Beth: Get hooked on loving hard /Forcing the slut out. Savages son intelectuales. No son feministas. Y Hit Me no tiene que ver con el maltrato, es una fábula pornográfica sobre Belladonna. Las guitarras enloquecen y Beth comienza a gritar de forma frenética. Algo dicen de odiar a las mujeres que se convierten en víctimas. Esas que se casan con tipos a los que odian, esas que se despiertan con hombres que no saben quién son. O eso se oye decir a Beth en Husbands, la primera canción que se pudo escuchar de este cuarteto. Desde entonces se les ha señalado como una revelación y como una auténtica mierda. Las clásicas idioteces de entretiempo que no significan nada. El vídeo de Husbands es un directo de la banda, donde Jehnny Beth demuestra que podría ser una reencarnación femenina y moderada de Ian Curtis y donde Gemma Thompson, Aysse Hassan y Fay Milton arrasan con el alma de aquellos que presencian el espectáculo. Suerte para aquellos que acudan al Primavera.
Pero como todo buen polvo, película o manifiesto que se precie, Silence Yourself acaba con una canción espectacular titulada Marshal Dear. El piano y el saxo irrumpen en un corte con varias atmósferas que desvelan lo que todavía les queda por hacer a estas chicas de las que yo ya me he enamorado irremediablemente.