MUTE[2011]
[6,6]
En 2006 se dignaron a aparecer The Horrors, una banda que era más de lo mismo –como toda esa castaña del chillwave de ahora- y proponían tanto como esperábamos que durase su carrera: nada. La novedad estaba en que los tipos vestían de personajes de Tim Burton con los pelos de una viuda de Albacete. Estética para llamar la atención de NME. Hype en toda regla. La cosa, inexplicablemente, cambió. El grupo regresó en 2008 con Primary Colours, un disco –discazo- más cercano a la experimentación y que visitaba Echo and The Bunnymen, Neu! o el shoegaze. Fue justo ese mismo año cuando nacían S.C.U.M. La joven banda no sólo compartía gustos e influencias, el hermano del bajista de los de Skying, Rhys Webb –esa especie de Cristóbal Colón de ultratumba- era uno de sus integrantes.
2011, aquel año que iba a ser el peor económicamente hasta que llegó 2012, fue el año en el que ambos grupos tuvieron que enfrentar su trabajo. Lucha fraticida, cómo nos gusta eso. The Horrors aparecieron con el citado Skying y arrasaron. Lo que cambian las cosas. Poco más tarde S.C.U.M presentaron Again Into Eyes. La puesta en largo de los jóvenes músicos tiene una atmósfera claramente inspirada en sus hermanos mayores, noise inquietante que incluso influye en el sonido de bajos y guitarras. La voz de Thomas Cohen también se basa en arrastrar los susurros de Faris Rotter pero alcanzando otra tonalidad más gruesa, menos agresivas y punk. Como unos Horrors contentos con el mundo. Demasiado hablar de los de Primary Colours, pero es que no queda otra.
Y es que negar la evidencia sería ridículo. S.C.U.M. no han inventado nada, parece que los chicos no escuchaban otra cosa que The Horrors cuando crearon este álbum. Pese a ello el disco tiene grandes sonidos, también muchos de ellos influenciados por ese aura de Cat’s Eyes, la otra banda de Rotter. No es tanto la originalidad que desprende el álbum sino la calidad con la que lo han creado. Faith Unfolds o Days Untrue, los dos primeros cortes del disco, demuestran la evidente influencia repetitiva, otras como Paris o Requiem –con un ambiente agobiante y precioso- llenan de matices que suenan perfectos y enseñan que ahí hay algo más. Hay que hacer una parada especial en Whitechapel, última del álbum, que abre ritmos con unos coros fantasmagóricos que se mezclan con la voz de Cohen y que tintan un futuro prometedor. Queda ver si son un grupo de modas, una simple copia al estilo Disney de The Horrors o una banda con futuro, es difícil atreverse a decir lo que este deparará a S.C.U.M.