MOM+POP
[2012][6]
El rugido se encarga de enterrarlo todo, de sumergirlo. Las voces de un público exaltado insinúan que esto no es una broma, que aquí va a pasar algo. Un aullido femenino lanza la advertencia de que esto va a comenzar mientras miles de palmas sirven de base para que la guitarra adelante la catarsis. Una cuenta atrás para que llegue la explosión…
Ahora debería aparecer Vince Neil o Joe Elliot con Def Leppard y Mötley Crüe. Esto debería ser Tokio, Los Ángeles o Londres en el caluroso verano de 1983, y en el estadio no cabría un alma. Sin embargo, y por desgracia, nada de esto ocurre: de lo que hablamos es del primer corte del nuevo disco de Sleigh Bells, Reign of Terror, que no podría haber sido más desafortunado.
Bien es cierto que True Shred Guitar es un tema descarado, directo; es el punto de inflexión que se encarga de posicionar el que será el sonido de la banda en el resto del disco: es muy loable que Derek Edward Miller (guitarrista y compositor) defienda desde el principio su fórmula, su propuesta, pero también propicia que ya nos sintamos defraudados y aburridos desde el primer minuto. El recurso de simular el directo, con una sobreproducción excesiva, resulta un tanto patético e impostado, pero también sirve para que el resto de los cortes se valoren más positivamente.
Así llegamos a Born To Lose, donde la descarga rítmica resulta ahora muy agradecida mientras la delicada voz de Alexis Krauss nada estupendamente sobre la agresividad de los elementos: la guitarra se encarga de hacer que el tema camine sobre una caja de ritmos atronadora, desmedida, que recuerda a una batería antiaérea. Pero este, el sonido, es el punto fuerte de Sleigh Bells, y que llevó a la banda a un reconocimiento unánime con su primer disco Treats. Sin embargo esta homogeneidad puede resultar algo pesada con este nuevo trabajo, que no ofrece ninguna novedad: por ejemplo Crush y Leader of the Pack siguen presentando ese ambiente bélico saturado en que lo más interesante es el sonido de los arreglos recuerdan a los geniales Fang Island.
Y aquí tenemos que señalar la importancia que ha tenido el desarrollo de la banda en un lugar como Brooklyn, en donde la influencia de esta región dentro de la nueva ola de creadores ha sido impresionante: de Animal Collective o Dirty Projectors a The Pains Of Being Pure At Heart, etc. todos tienen en común su desarrollo en este centro neurálgico del nuevo sonido, donde la experimentación y la integración de una herencia riquísima (como es la estadounidense) han propiciado la creación de tantas nuevas bandas. De esta influencia podemos entender los dos mejores cortes de Reign Of Terror; End Of The Line y Comeback Kid abandonan el concepto de “Glam metal” entendido por Derek Edward para entrar en el mundo onírico de las atmósferas melódicas, y del que salen muy bien parados. También podemos señalar Road to Hell como otra composición interesante, en la que la bella voz de Krauss se impone sobre la base armónica regalándonos un estribillo precioso y muy pegadizo.
Por otro lado encontramos Demons o D.O.A: canciones pesadas, plomizas, que resultan aburridas por el repetitivo uso de determinados arreglos (las guitarras saturadas, la voz frenética y eléctrica, los riffs…) y que definen la línea mayoritaria del álbum.
En definitiva, Sleigh Bells ha presentado un segundo largo previsible y amparado en una fórmula que resulta fingida, adulterada; pero que también cuenta con algunas canciones mayúsculas, hechas con mucho gusto y que filtran lo mejor que tienen a su alrededor. Esperemos que en su siguiente trabajo el discurso sea algo más coherente, o que Vince Neil se quite las gafas de sol.
por Luis Fernández
+El disco, en Spotify
+Los videos, en Hablatumusica.TV