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ROSWELL RECORDS
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7,6
El documental de Sound City dirigido por Dave Grohl es un auténtico documento histórico de un templo de la música que, desgraciadamente, ha pasado a mejor vida. Dentro de esta gran cinta, tras recorrer la interesantísima historia del estudio, el polifacético director reúne a grandes figuras que han dejado su marca en aquel lugar para grabar una última oda a un bastión referente de la época dorada de la artesanía musical.
Realmente, la película, aunque se llame Sound City (2013), es un homenaje a la mesa de mezclas Neve 8028 como protagonista indiscutible. Una obra de arte cincelada a mano que permitió grabar los sonidos más puros del pasado siglo. Al desmantelar el estudio, Grohl logró hacerse con la controladora, la cual sirve de excusa perfecta para lanzar este álbum, Sound City: Real to Reel (2013). Junto a Stevie Nicks, Paul McCartney, Trent Reznor o Josh Homme, firma un álbum tan emotivo por su trasfondo como irregular en momentos puntuales.
Lo variopinto de sus integrantes da, como es lógico, un resultado amplio en cuanto al repertorio, desde el punk de Your Wife Is Calling junto a Lee Ving o el hard rock del Cut Me Some Slack de Paul McCartney hasta uno de los temas más significativos del álbum, Mantra, extraña y cautivadora colaboración junto a Trent Reznor y Josh Homme. Mientras Reznor aporta la aplicación constructiva de las herramientas digitales a la grabación –aunque, por mi parte, usar el Guitar Rig (programa de simulación para guitarra) en un estudio como el 606 de Foo Fighters es algo innecesario-, Homme y Grohl funcionan como una maquinaria perfectamente afinada, siendo indudable la compenetración que existe entre ambos. Y por ello no es raro que los dos, junto a Alain Johannes, sea la colaboración más repetida a lo largo del disco, tres veces con cada uno de ellos, sin contar a sus Fighters.
Y es que es lógico, porque lo que nace de los tres integrantes de Them Crooked Vultures es magia y, si no son los mejores temas, desde luego son los más distintivos. El rock más purista y efectivo lo podemos encontrar en el The Man That Never Was de Rick Springfield o You Can’t Fix This de la legendaria Stevie Nicks, pero por ello también son temas inherentemente más frecuentes. En la segunda mitad empiezan a aflorar los momentos que hacen de este álbum un ejemplo, donde los músicos saltan el cerco de la comodidad y comienzan a explorar su versatilidad.
Aunque el Centipede de Grohl y Homme no pase a la historia como una de sus mejores composiciones, sirve de prueba de la voracidad creativa de ambos. Aunque el que destaca, como siempre en la sombra, es Alain Johannes con A Trick With No Sleeve, la cual cuenta ya con su propio vídeo y, en su más puro estilo, se desata en un tema de complicadas métricas y perfectas melodías memorables. Que es uno de los músicos más minusvalorados de nuestra época es un hecho que con temas de este calado demuestra nuevamente. Máscaras fuera y aparece Corey Taylor de Slipknot en From Can to Can’t, sobrevolando la quejumbrosa balada del metal que lo caracteriza. Su épica no acompaña su singularidad, pero no arrebata la sonrisa que este álbum empuja a la luz en cada tema, salvo If I Were Me, en el que junto a los colaboradores acústicos habituales de Foo Fighters, su dulce emotividad hará acompañar de un par de lágrimas a esa sonrisa, siempre de alegría, por supuesto.
Es cierto que algún tema bien podría ser el relleno de un álbum mejor, pero la naturaleza de este no permite desechos y los fans de la decena de nombres que aparecen harán justicia a esas canciones. Es un tributo a todos los que marcaron su huella en los míticos estudios Sound City y, sobre todo, a un estilo de vida, a una época distinta que se plasma en las notas de este álbum; quizás no entre en el Olimpo de estos legendarios discos, pero engloba un sentimiento que aquellos que seguimos disfrutándolos compartimos por igual.
- Y a ti, ¿qué te parece este homenaje a los estudios Sound City?