[dropcap type=»1″]L[/dropcap]a juventud juega malas pasadas, te empuja de cabeza hacia la insensatez y te patea el culo para que te lances a la imprudencia sin recapacitar. Aunque eres bisoño en eso de vivir, la reciente consistencia de tu barba te hace creer un experto capaz de devorar el mundo y, si además tienes una banda que acaba de lanzar su segundo álbum, las probabilidades de que seas un estúpido desbocado se elevan al cubo. Ahí están The Orwells.
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La banda de Illinois ha publicado su segundo largo, ‘Disgraceland’ (Atlantic, 2014), y ha resultado ser la confluencia de esas impericias inevitables. No habían terminado de pulir su misión en ‘Remember When’ (Autumn Tone, 2012) y tampoco lo han hecho dos años después. A pesar del listón, la técnica se deja mecer por el descuido y sus intenciones se restan a la mitad.
Independientemente del revuelo de su actuación en el show de Letterman y dejando a un lado sus conflictos con Arctic Monkeys, en lo meramente musical no hay que añadir otro aspecto que no sea esa ausencia de sensatez. La voz de Mario Cuomo se muestra tajante, guitarrean veloces y golpean con ganas, pero alguien debió avisarles de que más vale maña que fuerza. Incluso para ser el nuevo mito del garage.
[quote_box_center]Atlantic | 2014[/quote_box_center]