El dúo danés The Raveonettes (nombre bastante creativo, por cierto, resultado de fusionar The Ronettes con Rave on!), regresa con su séptimo álbum de estudio, justo diez años después de su debut. Y no solo han fusionado bien el nombre, sino también su música. Tranquilos, no voy a encasillarlos en ningún estilo que incluya la palabra “fusión”. Me refiero a que han hecho un buen mix de sus influencias, gracias al que han conseguido un estilo que va evolucionando y acomodándose poco a poco. Por ejemplo, su anterior trabajo, Raven In The Grave (2011) nos encontramos unos temas más oscuros que en el actual.
En Observator nos encontramos con unos sonidos cercanos al shoegaze a lo largo de todo el disco, aunque también hay otras corrientes que asoman la cabeza. Es casi un tópico, pero los sonidos que sacan Sune Rose Wagner y Sharin Foo son la evolución o la reencarnación de The Jesus And Mary Chain. Del shoegaze pasan al dream pop y vuelven al primero. Cortes como She Owns The Streets o Till The End son buenos ejemplos. Entre estos dos estilos se mueve lo grueso del disco. El dream pop nos lo podemos encontrar en Curse The Night o The Enemy. En ocasiones se encuentran muy cercanos a los enormes The Pains Of Being Pure At Heart (Downtown).
Con todo, también hay una fuerte presencia de ritmos oscuros, que nos traen a la mente a grandes grupos de la escena más independiente como Bauhaus, como por ejemplo ocurre en Observations (que parece dar título de alguna manera al álbum), un ritmo de batería pesado se acompaña básicamente de una guitarra con demasiado fuzz, y un piano dando una base caótica para una voz lastimera.
Otros sonidos que configuran la apariencia final del disco son, más esporádicos, los sonidos surf, como en la ya mencionada She Owns The Streets. Además, todavía permanecen sonidos noise, más frecuentes en sus anteriores trabajos. Espero que no los releguen a un segundo plano ya que le dan mucha potencia a este trabajo. Fijaos, por ejemplo, en el sonido de la batería en Curse The Night.
Es evidente que ha habido una evolución desde sus primeros trabajos, en los que se apreciaba un carácter punk predominante. Conforme van pasando los años, esa agresividad fue madurando hasta llegar a este disco; no podría ser de otro modo. La apabullante y destrozadora Break Up Girls! ha quedado atrás, por suerte o desgracia.
Este es un largo que vale la pena, que hay que escuchar, aunque si tuviera que ponerle alguna pega es que, a pesar de durar 31 minutos, a veces, en la música es mejor recortar segundos en las canciones para que sean contundentes. Otro punto débil es que en ocasiones se echa de menos la rabia juvenil, una dosis necesaria de punk en este caos de dream pop.
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