[dropcap type=»1″]E[/dropcap]n 2008 aparecía aquel ‘Wagonwheel Blues’ asombroso. Un Dylan dislocado entre ritmos apaches y guitarras que aullaban al rock. Aquel extraño bicho engendró dos cabezas y determinó que The War on Drugs era incapaz de sostener a dos hombres como Adam Granduciel y Kurt Vile. Desaparecía esa compenetración que fabricó un gran álbum y a cambio ganamos un proyecto tan exquisito como el de Vile, que acabó creando un ‘Wakin on a Pretty Daze’ (Matador, 2013) que no es poca cosa.
Granduciel inició un proceso solitario, de adaptación y paralelo al de Vile que ha ido creciendo bajo las estructuras más trabajadas de aquel álbum, desarrollando los sonidos menos naturales hasta alcanzar un concepto de rock espacial que bien entendería Jason Pierce en su vertiente menos gospeliana. Del siempre reivindicable ‘Slave Ambient‘ (Secretly Canadian, 2011) a este ‘Lost in the Dream‘ (Secretly Canadian, 2014) le separan tres años y una evolución hacia el perfeccionamiento de su propuesta.
Este tercer álbum supone el salto del proyecto de Philadelphia a las ligas mayores del rock actual. Granduciel se atreve a introducir elementos de los ochenta con maestría -el ejemplo de ‘Disappearing’ o la impresionante ‘Burning’- y sin violencia. Las capas de guitarras se desenvuelven como nunca en un álbum completo. Ayuda un primer tercio enloquecedor. ‘Under the Pressure’, ‘Red Eyes’, ‘Suffering’ y ‘An Ocean In Between the Waves’ con sus siete minutos inician un trabajo que se sitúa entre lo más destacable de lo que llevamos de año.