El silencio. ¿Qué es eso exactamente? Muchos creen que ni siquiera existe y es cierto, siempre que estemos hablando del silencio absoluto. En ese caso puede que estemos ante un error etimológico o un fallo en nuestra concepción de la palabra. Pero ese concepto, el de la falta de ruidos o sonidos, o sea el silencio, está ahí y se manifiesta de manera irregular, a veces de forma confusa o tímida y otras incluso imaginaria, pero en muchas ocasiones puede ser atronador. El silencio puede chillar. Y de algo tan complejo se puede hacer un arte, como las entrevistas de Iñaki Gabilondo donde el silencio era la mayor definición del entrevistado, o como las películas de Ingmar Bergman, los personajes del sueco contaban más con lo que no decían. En nuestra propia vida los momentos sordos suelen ser los más relevantes: el silencio que se marca tras una invitación a compartir la misma sábana, el sonido ambiente roto después de una mala noticia, el tapón que se forma en los oídos cuando te dicen te quiero demasiado pronto… El silencio antes de la mentira. ¿Por qué tantas vueltas sobre algo que realmente es la ausencia de algo? Porque The XX ha creado uno de los silencios más fascinantes que yo he escuchado (o no he escuchado) en mi vida. Es el que llega detrás de este verso de Missing: And now there’s no hope for you and me. La canción muere y resucita. Genialidad absoluta.
El trío formado por Romy, Oliver y Jamie (Jamie xx) revolucionó el indie en 2009 con un disco de un minimalismo apabullante (XX), con melodías que, con lo mínimo, se relacionaban con los cinco sentidos de forma casi mágica. Las guitarras latían con fuerza y gracias a ellas VCR y Crystalised ya forman parte de la historia. La portada negra con una “x” blanca simbolizaba todo el rollo oscuro, negativo y triste que estos tres tipos convierten en felicidad. Felicidad por la buena música, esa que nos hace sentir. La portada de Coexist es blanca y la “x” ha sido ensuciada con una clase de sustancia aceitosa, algo así como el presente embarrado por el que todos nos estamos moviendo.
Todo empieza con Angels donde se establece la nueva relación entre The XX y su música. En este primer corte, la voz de Romy inunda una melodía llena de percusiones que acumulan tensión y rompen entre versos amargos. La electrónica de Jaime xx -el productor de ambos discos- protagoniza con sutileza el ligero cambio que describe a The XX como una banda inquieta. Ahora hay dos lazos irrompibles en la música de estos londinenses, los punteos de guitarra abrazados a la música electrónica –atentos a esa maravilla llamada Fiction– y las voces de Romy y Oliver agarrándose a tristes historias de amor con suavidad y belleza, como en Try, un poema jodido sobre los intentos que no funcionan, una especie de metáfora perfecta sobre una canción que acaba antes de tiempo y cuya línea de guitarra no para de oscilar incómoda.
A mí me daría vergüenza que un periodista de mi revista tuviera la oportunidad de entrevistar a estos tipos y una de las preguntas fuera: ¿Conocéis a Pimpinela?; es como intentar comparar a Woody Allen con Santiago Segura. Es peor. La revista en cuestión no es la RollingStone.
Volvamos a lo nuestro. En otra de las maravillas del álbum titulada Sunset la percusión construye una melodía que consigue mezclarse entre las voces de Romy y Oliver al igual que la sangre fluye entre las venas. Después de la ya nombrada Missing llega Tides, un corte que casi simboliza la corriente de un río donde diversos elementos se incorporan y salen con una naturalidad pasmosa: las voces, los silencios, la percusión, el repetitivo (pero maravilloso) punteo de guitarra y los instrumentos de cuerda que sostiene el aliento al final de la canción.
Las últimos cortes del disco puede que sean los más flojos, cuando digo flojos me estoy refiriendo a no tan acojonantes como los demás. Swept Away, por ejemplo, tiene una producción impecable y momentos instrumentales poderosísimos que sin embargo mantienen cierta fragilidad inherente a esas letras que acumulan decepciones.
Y el silencio. El silencio antes de acabar, un suspiro mudo antes de concluir esta crítica.
Coexist es para los que disfruten con el onanismo. Coexist es un álbum para escuchar sólo. Que les llovieran tantas críticas en sus directos tiene sentido. Pero a ellos les da igual, estos tres genios de Londres son libres, como la segunda canción del disco, Chained, donde cada arrullo de sus voces se aventura hacia un estado casi sexual…
Por cierto, la revista de la que hablaba antes sí era la RollingStone. Silencio incomodo.
- y a ti, ¿qué te ha parecido el álbum? ¡Puedes hacer tu crítica del disco aquí mismo!