ARTS AND CRAFTS
[2012][6]
No quiero comenzar la crítica con preguntas condescendientes y dando vueltas para hacer pensar y razonar. Voy a empezar con afirmaciones categóricas, conocidas y compartidas por casi todo el mundo para variar.
La objetividad total no existe, es más, el propio ejercicio de la crítica de un trabajo está revestido de una subjetividad muy fuerte aunque se pretenda argumentar todo para darle más validez e intentar eliminar los gustos personales en busca de algo que sea lo más racional posible. No es lo mismo decir: “esto es una mierda” que: “se nota cierta falta de profesionalidad en la producción y poco rodaje en el grupo”. No estamos hablando de hipocresía.
A un crítico de música se le presupone esa sensibilidad que permite diferenciar entre una opinión personal (si se pondrá el disco de turno en su coche o no) y una opinión de una objetividad alta (la calidad general del disco), para que no acabe intentando quemar ídolos y creyéndose él mismo uno (ya pudimos leer en Pitchfork que Lou Reed y Metallica son considerados por mucha gente de su estilo como idiotas clase A o en la web de Radio 3 que los Strokes “se aburren a sí mismos”, lo que ya de por sí deja clara la falta de objetividad que va a haber).
Esto no es una crítica sobre cómo no criticar, lo que intento explicar es que este disco no estará en un lugar preferente en mi colección, pero tiene calidad como para detenerse a escucharlo y reconocerlo.
Este es el disco de debut de Trust, titulado TRST. Ya desde el primer corte nos enfrentamos a un trabajo denso y depresivo basado en sintetizadores y ritmos disco. Como ellos mismos se denominan tiene toda la pinta de un new-wave oscuro y pesado pero con ese cierto gancho que hizo que el shoegaze hipnotizara a tantos artistas con notas desafinadas y actitudes pasivas.
A diferencia de lo que suele pasar, en este disco los mejores cortes se concentran al final: Heaven, Chissy E y Sulk (las tres últimas). Heaven con un ritmo de techno comercial se desliza y se desenvuelve como el resto del álbum, pero con una sutileza especial. Juega la otra gran carta del trabajo Chissy E, los momentos en los que esa voz grave y sugerente se queda con el poder en las manos para decir cuándo y cómo va a cambiar la canción. Si Heaven representa el lado sutil, Chissy E representaría la calidad de esa voz siniestra y poco habitual, y Sulk representaría la inspiración de la banda. Sin ser Sulk un tema redondo y hacer una gran muestra de ideas, desarrollan una sola melodía con criterio aunque cierta reiteración.
La síntesis de este techno-pop venido desde Canadá ha sucedido mientras compartían escenario con Crystal Castles o Balam Acab, ambos abanderados de estilos de electrónica que, aunque bastante diferentes a Trust, tienen similitudes. Con los primeros comparten su espíritu siniestro y con Koone (aka Balam Acab) comparten la volatilidad.
Aunque no hayan tocado con ellos ni los hayan podido ver vivos, Trust bebe claramente del carácter de Joy Division o de los más actuales Interpol, con la dureza de Depeche Mode en mente. No dejan escapar de su atmósfera sórdida ni los títulos de las canciones, con títulos de referencia sexual bastante siniestra como puede ser un Gloryhole.
A pesar de que no comulgo en el estilo de esta banda, hay un potencial que me empuja a creer que hay un gran talento detrás de este disco. Trust están andando el buen camino, sólo hace falta reafirmarse, trabajar y llegarán las ideas. No profesan un estilo que sea propenso a los hits o a las melodías inspiradas, pero en la mezcla y la capacidad de hacer algo objetivamente bueno manteniéndote fiel a tu estilo están los músicos auténticos debatiéndose por encontrar un hueco. Ahora tienen que ganárselo.
por Fernando Naval
+Los vídeos, en Hablatumusica.TV