En un local de ensayo de Los Ángeles se ha ido esculpiendo durante algo más de tres años un álbum místico, en ocasiones tenebroso y casi siempre brillante. El art rock más negro les pertenece a Warpaint. Las cuatro chicas californianas han dado un pequeño pero importante paso en su carrera con este segundo título titulado como su nombre. Que hayan llamado al álbum ‘Warpaint’ (Rough Trade, 2014) es señal inequívoca de que este trabajo las define mejor que su debut, ‘The Fool’ (Rough Trade, 2010).
Sí ‘The Fool’ era un disco mágico de penetrantes atmósferas, ‘Warpaint’ roza la épica. Pero cuidado, no nos confundamos, por mucho que los críticos podamos exagerar, las melodías de la banda siguen presumiendo de unos sonidos opacos, intimistas y preciosistas en los que sumergirte para volar donde quieras. Cuanto más post apocalíptico sea el paisaje que nuble tu mente más en consonancia estarás con la tremenda sensibilidad de las voces de Emily Kokal y Theresa Wayman.
Las influencias de The Cure han sido destronadas por el evocador minimalismo de The XX y su profunda y compleja forma de construir canciones que son más cuanto menos parecen. ‘Love Is to Die’ es el ejemplo, un tornado emocional donde la percusión son las baldosas amarillas donde caminan esas voces que nunca han sido tan sexuales (esos gemidos embotados en sufrimiento). Un oscuro atractivo que recuerda a Lisbeth Salander, aquel personaje que superaba su propia historia. Como un genio loco que se corta la oreja y pinta con ella, Warpaint ha esbozado canciones que te abren en canal con el objetivo de poder mirarte dentro. Los insinuantes sintetizadores de temas como ‘Biggy’ sedan el dolor y te hacen caminar en estado inconsciente por tu memoria.
Las californianas se atreven a simular un canto tribal que termina por desaparecer como lo haría una aspirina efervescente en un gran vaso de agua en esa pieza titulada ‘Go In’, donde una renqueante percusión te obliga a cerrar los ojos. Este viaje acaba en psicodelia. El talento para caminar por mundos tan distintos es muy salvaje. No siempre mantienen la tensión.El encanto de Warpaint también divaga por líneas poco definidas que pueden iniciar un peligroso estado de aburrimiento transitorio, me refiero a cortes como ‘CC’, una intrascendente pieza que repite la fórmula oscura sin llegar a la tierra prometida. Como golpe final lo desata un trágico piano que vuelve a despegarnos del suelo gracias a la amplificada y encantadora voz de Kokal. Agarrarse a ella es lo mejor que podréis hacer en los días de invierno que todavía están por llegar.