Siempre da miedo entrar en una habitación oscura. Nos da miedo la nada y el abismo. Y lo extraño. Y el no saber que hay detrás de la puerta. Cada disco de Xiu Xiu se parece más a una habitación oscura. La angustia y la incomodidad dominan cada nota (si es que se pueden llamar notas). La experimentación en ‘Angel Guts: Red Classroom’ (Bella Union, 2014) es exagerada y desbordante. Tanto que Jamie Stewart llega a provocar un mal estar crónico. Demasiado complicado, demasiado difícil de digerir.
Stewart ha dicho adiós para siempre al folk y al rock que caminaban por algunos paisajes en sus primeros álbumes. En ‘Angel Guts: Red Classroom’ (Rue Christine, 2006), por ejemplo. Siempre le gustó experimentar pero también siempre conseguía dotar a sus canciones de una desquiciada belleza. Esos temas eran bastante más cercanos a los habitantes del planeta tierra. Esta vez ha viajado demasiado lejos. Se ha ido a marte. Este último álbum de Xiu Xiu es una marcianada incomprensible.
Stewart ha abrazado los sintetizadores con fuerza. No los suelta. Y de vez en cuando aparece la niebla y los ruidos aleatorios que pasean sin rumbo entre el lo-fi, el punk o el synth pop. Todos estos sonidos incómodos orquestados con el objetivo de exteriorizar las temáticas que se manejan en este álbum. En esa habitación oscura suena ‘Black Dick’, una canción difícil donde el sexo racial aparece entre sollozos y fluidos nauseabundos. Los suicidios o el daño físico también tienen su lugar entre las líneas de ‘Angel Guts: Red Classroom’.
Sin embargo antes de que Xiu Xiu nos peguen una patada y nos saquen de la habitación oscura para siempre sería justo rescatar algún tema no demasiado extremo y aparentemente delicado como ‘New Life Immigration’. Una pena que enseguida vuelva a la locura de ‘A Knif in the Sun’ o no pare de chillar en ‘El Naco’. Para decir que lo que hace Stewart es música habría que redefinir el concepto de música. Y de momento, creo, se va a quedar como está.