Halcyon Digest, el último disco de Deerhunter, ha sido uno de los discos más valorados del 2010 por varias de las revistas punteras en el mundo de música independiente. Esto se debe, sin duda, a la brillante combinación que se consigue con un pop de alto nivel y un punk potencial a la espera de dar un giro a cada riff. No es eso lo que debe estar buscando el público madrileño, que no consiguió llenar la sala donde actuaron el 14 de abril.
Los de Atlanta salieron al escenario para romper la espera con su Desire Lines. Lentamente, con un ritmo atractivo, unas melodías tan venenosas como dulces y la voz del guitarrista Lockett Pundt, el conjunto se hizo con la atmósfera de una Riviera a la que le faltó más público para arropar debidamente a un grupo como éste.
Deerhunter supo hacer un alarde de lo que precisamente le sobra; una sonoridad hipnotizante que tuvo a todo el público pendiente de cada canción. El problema fue precisamente que los norteamericanos no supieron explotar la atención conseguida. Una a una, fueron desgranando las geniales obras de su último disco; Revival, Don’t Cry, Basement Scene, la más que esperada Helicopter o la genial Memory Boy que supo poner dar la nota de intensidad que necesitaba la ocasión.
Sin embargo, y a pesar de el gran recital que lanzaron al público, en mi opinión fueron incapaces de derrumbar una dinámica que se atascaba por momentos en unos ciclos cerrados y repetitivos que parecían buscar algo más que enredar al público. No hubo caos. No dieron un paso más allá. Tampoco ayudó el tipo de espectáculo, en el que sólo participaba un espontáneo y portagonista Bradford Cox, un verdadero frontman, que no contó con mucha colaboración por parte de sus otros compañeros.
Para los bises, Deerhunter se guardaba un as en la manga con su versión más embriagadora. Jugando con los sonidos de He would Have Laughed volvieron a atrapar al público en una danza que culminaron con su Octet, rescatada de su primer álbum Cryptograms. El conjunto se marchó del escenario con sencillez. Tal y como habían mostrado cada una de sus canciones como lo que son; el resultado de una auténtica obra de ingeniería de sonido.
C. Naval