La resaca del fin de semana y el pistoletazo de salida a cinco días de rutina atizan los lunes de decaimiento. Ante esto, un concierto a última hora de la tarde puede convertirse en el mazazo final hacia el agotamiento o revelarse y poner patas arriba la jornada más densa. Anoche en La Riviera la fatiga reventó de golpe y se transformó en el nervio de un público obediente que se desvivió en cada esquina de la madrileña sala. Los responsables: Editors.
Eran las 19.30h cuando las puertas se abrían para los más impacientes. Los belgas Baltazhar fueron arrancando las primeras ovaciones, dignas para el final de función más modesto y a la vez fascinante que una ha visto en los últimos tiempos.
La hora de la verdad se iba acercando y casi todos los huecos estaban cubiertos. Pasadas las 21.00h, una chica que rozaría los 30, acompañada del que parecía ser su novio, escribía en un grupo de Whats App: “Es mi segundo concierto de Editors. El primero fue brutal, veremos qué tal el segundo porque viendo el último disco…”. El escenario se adornó justo entonces con ocho focos circulares entre los que se escurría una torpe nube de humo. El ejército de Tom Smith tomaba el terreno.
Las premoniciones de aquella chica parecían encajar con los primeros acordes de ‘Sugar’. Sin entusiasmo, los veteranos -que eran mayoría- no se decidieron a levantar los pies del suelo con este arranque extraído de ‘The Weight of Your Love’ (PIAS, 2013). Hizo falta ‘Smokers Outside The Hospital Doors’ y una batería contundente para que La Riviera volase por los aires. Ahora sí. La clave se escondía tras un setlist en el que los temas antiguos sonarían estratégicamente. ‘Bones’, ‘All sparks’ o ‘The Racing Rats’ dejaron sin aliento a un público rendido a los pies de los de Birmingham.
Fotos por Yaiza Soto
En la cercanía de una sala no muy acostumbrada a sonar con claridad, Smith se fundía con cada canción, acariciándolas en lo más profundo y rompiendo con ellas en lo alto de un piano de pared. ‘Formaldehyde’, el delicioso “Desire, desire” de ‘Ton Of Love’ y la versión acústica de ‘The Phone Book’ esquivaron los palos que ha recibido el último trabajo por tanta bazofia y lo pusieron a salvo. Lo pusieron a salvo en un directo. Excelente.
A su regreso tras el primer bis, en primera fila se alzaba un cartel solicitando ‘Bricks And Mortar’ y la misma comenzó a sonar degenerando en una rica vorágine en la que Russell Leetch, mágico a las cuatro cuerdas del bajo, acabo desfilando por la barra de La Riviera esquivando cervezas. ‘Nothing’, con la banda al completo, y la esperada ‘Papillon’ en una versión extendida, ponían fin al alboroto y el desenfreno que se habían apoderado de la pista.
Unos Editors que jamás debieron ser comparados con Joy Division se vieron anoche decididos a cortar la cuerda que les presiona tras su último álbum y, desmedidos, quebraron el lunes de Madrid con un triunfo por el que pocos apostaban. Qué bonita se ve así la semana.
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