- Texto y fotos por Beatriz H.Viloria
Secretshow, showcase, acústicos en la calle… Festivales y giras al uso por las salas de renombre del país cada vez tienen que hacerle más hueco a unos directos a los que siempre acuden los más avispados, los más rápidos, los que no se despegan de las redes sociales. Eso es así. Hace un par de semanas, los británicos Keane anunciaron por internet que vendrían a actuar a Madrid, en un showcase acústico destinado a unos pocos, los que pudieran ir al día siguiente a una hora determinada a recoger las invitaciones. El que algo quiere algo le cuesta, ¿no?
La oportunidad de ver a una banda consagrada en este formato y con el aforo reducido (y gratis) del 40 Café de la Gran Vía madrileña no se presenta todos los días. Y después de escuchar Strangeland, su nuevo y recientemente editado trabajo, donde han decidido recuperar el sonido que les identificaba, esos teclados que nada tenían que envidiarle a las ausentes guitarras, poder escuchar a Keane en estas condiciones merecía la pena. Además, estaba claro que no solo iban a tocar sus nuevas canciones, alguno de sus temas insignia caería. Y vaya si cayeron; de hecho, sonaron más cortes de Hopes & Fears (2004) y Under the Iron Sea (2006) que del más reciente. Y nada de Perfect Symmetry (2008), curiosamente.
Tanto es así que, con puntualidad británica, arrancaron con This is the last time, uno de sus primeros éxitos, interpretada por Tom Chaplin únicamente acompañado de los teclados de Tim Rice-Oxley. Richard Hughes al cajón y el nuevo fichaje de Keane, Jesse Quin, a la acústica (y teclados) se unieron para interpretar Disconnected, último single que se ha visto acompañado de un videoclip con acento español, el del director Juan Antonio Bayona, que andaba entre el público, y a quien Tom le dio las gracias, asegurando que para ellos el vídeo es “una obra de arte”. El vocalista, que estuvo muy dicharachero, intentando hablar en español y preguntando al público por sus canciones favoritas de Strangeland, brilló al cantar Sovereign Light Café y tenía encandilada a la primera fila de jovencitas que no le quitaban los ojos de encima durante The Starting Line (se la dedicó a una de ellas) y Sea Fog, un corte mas delicado que requería un silencio que Tom tuvo que pedir – ese molesto y constante murmullo de todo concierto se coló en el local – con mucha educación: “Habéis dicho que era una de vuestras favoritas”.
La carta de presentación del cuarto largo de los de Battle, Silenced by the Night, fue otra demostración de lo mucho que se había estudiado el disco el personal, en su gran mayoría gente muy joven que no paraba de lanzar piropos al grupo, un fenómeno que no había presenciado en pasados directos de Keane. Allá por 2005, en la desaparecida Aqualung, no eran el tipo de tíos a los cuales ibas a gritar “¡guapo!”. En los últimos años, con un Tom bastante mejorado y la nueva incorporación a la banda, el más joven y bastante agraciado Jesse, puede que la cosa haya cambiado. Eso sí, los británicos se lo pasaban en grande y no podían evitar reírse entre tanta euforia. Posiblemente ellos tampoco lo entendían.
Los momentos de mayor comunión con este joven y entusiasta público se vivieron de la mano de Bend & break, que recibió una gran ovación, Is it any wonder, Everybody’s changing, Somewhere only we know y el bis Crystal Ball, aunque Bedshaped se llevó la palma. Lo apuntó Tom al terminar – “No sabía que Bedshaped era un himno rock” – debido a lo fuerte que habían cantado los presentes durante una canción lenta y triste.
Primera vez para muchos, una tarde de buenos recuerdos para el resto, el directo de ayer fue una generosa demostración del sonido de Keane en estado puro (para ser gratuito, una hora no está nada mal), así como de la buena forma en la que se encuentran Tom, Tim, Richard y Jesse.