- Texto por J.CASTELLANOS
- Fotos por VERÓNICA CHAMORRO
Una maraña de naves y muros compone Matadero de Madrid, uno de esos lugares públicos que la no elegida alcaldesa de la capital Ana Botella -esa señora que ayer tuvo que comerse peras y manzanas- quiere dejar de ceder para grandes acontecimientos en un arrebato de demagogia. En una de sus naves, atravesando cientos de metros cuadrados, se escondió ayer Lockett Pundt y su otra banda, Lotus Plaza. El proyecto paralelo a Deerhunter que el de Georgia montó en 2009.
Aquello no pareció otra cosa que un divertimento alternativo hasta que este año apareció Spooky Action at a Distance, gran sorpresa y uno de los álbumes de 2012. Con este trabajo Lotus Plaza ha adquirido la importancia merecida gracias a 10 cortes que sientan las bases, junto a DIIV, y alcanzan las mayores cotas para dreampop y shoegaze.
El espacio destinado al concierto no cumplía los requisitos para una noche de noviembre y pese a las medidas tomadas para vencer al frío en forma de estufas de diseño no se logró derrotar lo evidente de preparar un concierto en un lugar casi abierto a la temperatura de la calle. Salió Pundt y sus cuatro músicos acompañantes al escenario con los dedos agarrotados y con la timidez que viste al de Deerhunter y su primer choque contra la baja entrada fue While Galactic One, una de las grandes canciones de este álbum que sonó desfigurada y desencajada bajo un halo sombrío que Strangers solucionó y encaramó hacía la parte más oscura del concierto con temas como Come Back que exaltaron su rama experimental y consiguieron que la banda entrara en calor. En la hora escasa que duró el concierto poco tiempo había para revisitar temas de su primer trabajo The Floodlight Collective, álbum más alejado de la calidad de su segunda entrega y en el que prima la intensidad por encima de las canciones. Tampoco se echaron en falta.
El último tercio de su visita a Madrid Pundt lo encaró regresando a su último trabajo con Remember Our Days, Jet Out of The Tundra u Out of Touch, consiguiendo una gran interpretación con unos músicos desatados entre las múltiples capas de sonido y dejando a Monoliths –la gran canción de 2012- inédita en Madrid, tal vez perdida en Estados Unidos entre elecciones, Obama y mormones.