Había quedado huérfana Madrid de Primavera con el final de un Club que aún duele, pero en esas ha aparecido un apéndice que ha hecho de apósito. Primavera Als Clubs, celebrado desde hace unas cuantas temporadas en diversas salas de Barcelona como añadido al festival principal, llegó ayer por primera vez a la capital con un cartel corto en el que la vara de medir era la calidad.
Porque puede que el nombre reclamo fuera el de Darkside, uno de los proyectos musicales más atractivos de los últimos años, pero las actuaciones de Oso Leone y Standstill demostraron que merecía la pena pulular por el edificio madrileño desde las siete de la tarde, hora de inicio de la cita.
Oso Leone presentaron su segundo trabajo, ‘Mokragora’ (Foehn, 2013), con una maestría impensable. Maduros en ideas y sonido, los mallorquines son una de las mejores propuestas salidas del territorio. Las canciones se expanden, saltan del álbum y se convierten en un ser viviente lleno de matices. Definir su música es una tarea tan complicada como inútil. Un estilo marcado por ideas claras, sin mayores pretensiones que las que quieren y pueden alcanzar, que son elevadas.
Tras la inmersión mediterránea de los de Mallorca le tocó el turno a Standstill. No pudieron presentar el espectáculo ‘Cénit’. La corriente eléctrica desapareció en mitad de su concierto. Cualquiera habría desistido. Un show de unas cuantas canciones para salir del paso habría servido. No para ellos. Lo que pudo ser un desastre provocado por el cambio de planes a última hora poco importa si depende de los de Enric Montefusco.
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La adrenalina común, un zambombazo de sonido y esa fuerza con la que tocan como si cada directo fuera una despedida, hacen de los de Barcelona una de esas bandas que hay que ver al menos una vez al año para echar cuentas en nochevieja de que se ha hecho algo importante en los últimos 365 días.
Tras el recital en el pequeño auditorio subterráneo tocaba cambiarse al patio del gran edificio que separa Lavapiés de Embajadores. Un rectángulo hundido entre la altura de la Encendida cubierto de creciente oscuridad casi veraniega. Escenario teñido de negro con una circunferencia móvil para rendir homenaje a la luna. Darkside hicieron su aparición y dejaron que la magia de ‘Psychic’ (Matador, 2013) hiciera el resto durante algo más de una hora.
Público entregado, neblina provocada y la maestría sobre los aparatos de Nicolás Jaar hizo el resto. Se echó en falta más participación de Dave Harrington para un show enteramente electrónico decorado con pinceladas del guitarrista. Lo complicado de llevar un álbum como su debut al directo quedó más que decente en un concierto casi privado que puso punto y final a un Primavera Sound que no deja de crecer.