Subiendo la Corredera Baja de San Pablo, entre bares castizos y alguna que otra tienda, se encuentra un pequeño templo. En sus más de 120 años de historia, el teatro Lara, habrá sido testigo de innumerables shows de todo tipo, algunos gloriosos, otros olvidables y otros tantos indignos. Encanto madrileño al estilo francés. El lugar, de gran belleza recogida en un mínimo espacio, destila buen gusto y, para lo que les importa a ustedes, gran acústica. Un placer ver un concierto allí.
460. Dos veces. El aforo completo del Lara se llenó durante dos noches consecutivas para ver, los pasados miércoles y jueves, a dos grandes bandas: The Gift y The Gift. Lo que a simple lectura puede parecer la última estupidez de este que escribe, tiene, al menos, un poco de sentido. Les cuento:
El próximo lunes sale a la venta en España Primavera, el nuevo disco de los portugueses, un álbum que cambia por completo las concepciones que pudiéramos tener de la banda hasta ahora. A medio camino entre un clasicismo asombrosamente bello y las mejores baladas postrock de Yann Tiersen y Sigur Rós, el disco promete dar que hablar. Ahí los nuevos The Gift; canciones intimistas de primavera para escuchar en invierno. Estos fueron los primeros en entrar en escena. Vestidos de manera sobria bajo un halo de elegancia sonora, desgranaron durante más de una hora el bonito repertorio, todo ello con el piano deNuno Gonçalves y la voz de Sónia Tavares –rindiendo a pleno pulmón con seis meses y medio de embarazo encima- como centro del espectáculo. Gonçalves, líder de los portugueses, contaba hace unos días en una entrevista para HTM que lo mejor una banda estaba en su directo. Yo también lo diría –teniendo un grupo- si mi directo fuera tan bueno como el de The Gift. La voz de Sónia Tavares en directo pretende dejar en ridículo a la de los álbumes de la banda. Preciosa. Contundente. Embaucadora. En Portugal –país ignorado por completo en lo musical- hay más cosas que gente que se dedica a pisar manos. Tras la primera parte, la banda se despidió cerrando el telón. Como en las grandes veladas.
Tras un descanso que me recordó a las antiguas sesiones de los cines de toda la vida, en los que había descanso fuera Ben-Hur, fuera un filme de 90 minutos, regresaron los antiguos The Gift. Coloridos, cambiados y alegres, dejaron la melancolía en los camerinos para ofrecer un concierto más experimental donde cayeron en su mayor parte canciones de su anterior largo, Explode. Cortes como la genial RGB oMade for You adquieren una mayor grandiosidad en las manos de los de Portugal cuando las tocan en directo. Las pequeñas butacas pronto se convirtieron en grandes estorbos cuando todo el público se levantó para disfrutar de los geniales ritmos que terminaron de explotar con The Singles –un genial corte de más de 12 minutos- tras recuperar Facil de Entender, de su disco de 2007. Dos veladas vibrantes en un lugar inmejorable.
por J. Castellanos
