Contaba Federico Luppi en el papel que interpretaba en ‘Martín (Hache)‘ que, a diferencia de Buenos Aires, en Madrid nadie silbaba por las calles. Estaba en lo cierto. Tal vez la calle ha perdido ese lugar en la vida del capitalino intentando atrapar la peor influencia europea. Lo que no contaba Luppi es si los madrileños no tenían ese gusto por expresar con el canto del pájaro su alegría. Ayer no fue la calle, fue la sala El Sol, donde se demostró que sí había ganas de hacerlo. Fue por Unknown Mortal Orchestra, sus melodías contagiosas y una diversión que bailaba entre el descaro y la timidez.
Lo sorprendente de ayer, pese a que los avisos de Barcelona -donde actuaron un día antes- eran claros: el pop que presentan en ‘II‘ (Jagjaguwar, 2013) se transformaba en un rugido alarmante de rock setentero. El principal culpable de esta metamorfosis en directo es su propio líder: Ruban Nielson. El cantante se bastaba de su guitarra y una incontable colección de pedales para explorar aún más los mundos sonoros que advierte en sus composiciones. El tapado de la noche era Riley Geare, nuevo batería del trío y un diablo de pelo rojo que jugaba a ser Ginger Baker. Un par de solos prolongados bastaron para convertirse en estrella de gorro bolchevique.
‘Swim and Sleep’ fue la canción culpable de que la noche acabara siendo una comunión, himno innegable de este 2013 que la banda ha recogido en acústico en la revisión deluxe de su segundo álbum. Nielson se subía al escenario en solitario para ofrecer una versión comedida de la canción cuando las primeras filas comenzaron a silbar con un entusiasmo y alegría que pocas veces ocurre. Menos en miércoles. Aquello se alargó hasta ‘FFunny FFriends’, de su debut como banda allá por 2011 y que acabó dejando un concierto que se convirtió en mucho más gracias a una banda que hizo silbar a Madrid.