Un silencio casi sepulcral. Tom WP es el primero en presentarse, coge su guitarra y comienza un punteo incisivo. Después aparece Dede WP, que se coloca frente a la percusión con una baqueta en cada mano. Esta seductora rubia con cara de Kate Moss cabreada entra en trance cada vez que sube a un escenario. Sus movimientos contagian un ritmo eléctrico que acelera las pulsaciones. Cuando por último llega Darren Bancroft, los gritos de la parte femenina aumentan considerablemente. Es un tipo muy atractivo, sin duda. Cuando éste se engancha al sintetizador todo cobra sentido. El pop retorcido de la banda de Manchester comienza a inundar la Sala Caracol. Tres canciones y ya habrán embelesado al público.
Alrededor de 2007 un empleado de Emi salía del departamento de administración y le decía a un compañero: “He creado una banda conceptual, ¿quieres saber su nombre?”, el otro, muy receloso le soltó un irónico “Sí”. “Se llama We Have Band”. Darren, el individuo suspicaz de esta anécdota recuerda que el nombre le pareció tan sumamente bueno que no le quedó otra opción que unirse a ellos. Así nació este singular grupo, un trío que juega con los sonidos para crear un pop que se acerca peligrosamente a la electrónica o al art rock. WHB fue el disco con el que debutaron, lleno de hallazgos y de buenas intenciones pero irregular. El segundo ha llegado este mismo año y el salto es enorme. Ternion es más oscuro y profundo, las melodías cambian en función de esas extrañas letras que invitan al espectador a entrar en un estado de exquisita embriaguez musical.
Caras concentradas pero cuerpos en constante movimiento. We Have Band se toman muy en serio, al menos durante las tres primeras canciones, cuando los fotógrafos ocupan los lugares privilegiados. Las réflex se callan (por fin) y Tom sonríe, saluda con un tímido “hola Madrid” y los acordes que comienzan a sonar vaticinan uno de los momentos de la noche. Darren, ese ser que se mueve de forma compulsiva en una sola baldosa recordando al Joe Cocker más ebrio, suelta las primeras frases de Divissive. No bailar es imposible.
Las canciones de su segundo disco se suceden mientras la energía salpica a un público que no para de moverse. Los sonidos acuáticos de esa maravillosa canción llamada Waterlight donde Darren moldea con elegancia el blues de su voz y el dulce guitarreo de Tom en Visionary demuestran la infinita variedad de posibilidades de esta banda que aspira a todo.
Tras regalar algunos de los mejores temas de Ternion, el trío recurre a la cara B de su primer disco. Con You came out la sala enloquece. Dede agarra el micro y comienza su dulce reprimenda. Un baile entre místico y militar hechiza al respetable. Ella se acerca al público, les calienta, les obliga a enamorarse con esos golpes de cadera que rompen el espacio. Pero no nos dejemos engañar, la química entre el matrimonio formado por Dede y Tom es terriblemente sensual, los humanos no tenemos ninguna posibilidad.
En el escenario We Have Band se aleja de sus influencias musicales, como Animal Collective o Hot Chip. El sonido ya empieza a ser muy personal pero la energía gastada ahí arriba les hace únicos. Se van y vuelven para regalar varios temas imprescindibles que abruman al público. Primero Where Are your people?, como era de esperar el single de su último álbum suena y no decepciona. El calor aprieta y algunos cuerpos desprenden ciertas gotas de sudor que se multiplican cuando asoman los acordes de Oh!, uno de los mejores temas de WHB. Darren regala su endiablado movimiento por última vez, Tom se truca la voz también por última vez, el espectáculo se acaba, la sala se ilumina y Dede se acerca al micrófono para sonreír… por primera vez.
por Pedrín Moralín
