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El carisma de David Fonseca traspasa la cristalera a través de la cual le vemos hacer un directo para una emisora de radio. “Puedes pasar a escuchar si quieres”, me dicen. “No, no quiero molestar”, contesto mientras imagino qué ocurriría si entro a escuchar al portugués en medio de la grabación y tiro o rompo algo más que el silencio.
Me quedo mirando a través de la puerta. Y mientras, pienso en la nostalgia que embadurna toda la discografía de Fonseca y de cómo el portugués consigue iluminarla y convertirla en esos temas intensos pero bailables que le han convertido en la figura pop por excelencia del país de los fados. El último trabajo es un disco doble, se llama Seasons y se divide en Rising y Falling. Dos estilos distintos que defenderá en directo el 18 de Abril en Barcelona y el 19 en Madrid.
Ya termina el directo, es mi turno. Y ahí en el salón de un tercer piso en plena Gran Vía está sentado este tipo de atractivo irremediable al que no le importa abrirse a los demás como demuestra con su último proyecto, Seasons. “Nació de una idea diferente que mis otros discos. Puse una marca en el primer día de la primavera y me propuse construir un disco en el que todas las canciones fueran como las páginas de un diario. La primavera dio paso al verano y el verano al otoño y al invierno. Al final del año tenía un doble álbum. Acumule muchísimas canciones.” Y con este experimento Fonseca hace testigo a todo el mundo de las experiencias vividas durante un año. Pero en un año hay altibajos, la exaltación o la alegría dan paso a la tristeza y al contrario.
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“Cuando comencé a componer las canciones de lo que luego sería Rising estaba de gira. Por eso casi todos los cortes del álbum hablan sobre lo que siento cuando estoy de gira o hago un directo, o cuando estoy fuera de casa. Las letras, como el sonido, son la traducción de toda esa energía. Pero al final del verano terminó la gira y el resto de las canciones, la parte de Falling, las compuse en mi casa, básicamente estuve seis meses escribiendo entre cuatro paredes”, cuenta. Dos tonos completamente distintos que forman dos álbumes que no se entienden el uno sin el otro. Pocos álbumes tienen tanta honestidad. “Si lo que sentía en ese preciso momento era felicidad o tristeza se refleja en la canción. Cuando componía una melodía me preguntaba: ¿Cómo voy a mostrar con esta canción lo que siento exactamente ahora? Si creía que esos sentimientos estaban cerca de la electrónica me sumergía totalmente en ella y no usaba nada más”.
El abuso de la electrónica en Rising es, de hecho, una de las novedades en el estilo musical de Fonseca. “En la primera canción no existe ni una sola guitarra, es todo electrónica. Nunca lo había hecho antes y pensé ‘¿Por qué no?’ En el primer disco me permití experimentar nuevos estilos musicales. Falling, por el contrario, no es tan experimental, las canciones son más lentas. Hay más melancolía”.
El músico portugués es humilde. Eso lo sabes con sólo mirarle a los ojos. Pero eso no quita que haya que alabar su capacidad a la hora de tocar casi todos los instrumentos.
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“No me considero multi instrumentalista. Lo que ocurre es que cuando estoy grabando las canciones en el estudio, donde tengo un montón de instrumentos al alcance, intento probar y ver si lo que he compuesto suena exactamente como quiero. Simplemente disfruto muchísimo tocando cualquier instrumento”. Otra cosa es que él se deje adular.
Para un tipo como Fonseca que además de componer, cantar y tocar, hace cine: “en el 2006 comencé a rodar mis propios vídeos. No tenía ninguna experiencia, probé y me encantó. Fue una revelación para mí ya que podía recoger las imágenes que guardaba en mi cabeza y unirlas a la música que había compuesto. Era otra forma de dejar que los demás entraran en mi mente”, recuerda; es obligatorio preguntarle qué es lo más divertido de hacer música. “Pues precisamente eso, hacer música”, y se ríe y nos recuerda que en este negocio uno también tiene que posar para las fotos, hacer promoción… “Ojala esto fuera hacer canciones y luego no tener ninguna responsabilidad sobre ellas”, dice con la boca pequeña.
Al final de la entrevista toca preguntarle por los directos. El portugués siempre guarda alguna sorpresa, como las que les prepara a su club de fans, este año ha versionado Slow de Kylie Minogue, “En general hacer versiones es una forma muy divertida de hacer música. La canción ya está hecha así que tú solo tienes que inventarte una forma de estropearla”, se ríe y al instante comienza a hablar de Minogue con un tono de admiración bastante pegadizo.
“Entonces David, ¿puedes desvelarnos alguna sorpresas de los conciertos que harás aquí en España?”, le preguntamos. “No (se ríe), pero lo que sí puedo asegurar es que estos directos no se parecen a ninguno de los que hayas visto antes”.
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