Entramos en el bar del Hotel de las Letras y bajamos por unas escaleras que la mayoría de la gente confunde con el camino hacia los lavabos, pero no, el último escalón nos coloca en la biblioteca donde David Trueba está terminando otra entrevista. Este cineasta y periodista y escritor concede entrevistas aunque haya pasado más de un mes de la época de promoción de su último filme ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (2013), aunque esté liado dirigiendo el mejor programa de televisión sobre música de los últimos años, ‘Un lugar llamado mundo’, aunque esté en mitad del proceso de escritura de su última novela.
A días de la temporada de premios empezamos a charlar sobre ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (siete nominaciones en los Goya y seis en los Feroz). Una película bonita, con personajes que, aunque parezca raro, son buena gente. Una película donde Lennon es una excusa para hablar del primer amor, de la huida, del valor, de la enseñanza y de música, claro.
VIVIR ES FÁCIL CON LOS OJOS CERRADOS
HTM – ¿Cómo de beatlemaniaco eres?
David Trueba – Recuerdo que la primera vez que me puse a reflexionar sobre ellos fue cuando murió John Lennon, tenía diez años y los días siguientes fueron muy emotivos, velas en todas partes y la gente hablando de la importancia de sus canciones. Entonces me planteé por qué era tan importante, me puse a escuchar su música pero no me convertí en un fan porque yo nunca he sido uno de estos tipos que coleccionan discos. Me mantuve relajado en ese sentido pero informándome, leyendo sobre ellos, viendo algún documental… ahora para la película acabé de leer toneladas de cosas sobre ellos, claro. Aunque la presencia de Lennon en la película es casi metafórica, algo mítica. Que él compusiera en Almería ‘Strawberry field’ era solo el desencadenante para hacer una película.
HTM – Es uno de esos datos maravillosos, el hecho de que Lennon compusiera una de sus grandes canciones en España…
D. T. – Un periodista de The Guardian vio la película y entrevistó a Richard Lester. Entonces nos puso en contacto, fue una cosa muy graciosa… pues resulta que Lester no sabía que Lennon había compuesto esta canción en Almería, pero es normal. John Lennon tampoco sabía que estaba componiendo una canción tan importante. Es el mundo de los azares. Es en lo que consiste muchas veces la ficción. Juntar cinco cosas que han ocurrido y ordenarlas para que la vida tenga algún sentido.
HTM – Y ahora la pregunta del millón, ¿tú eres de Mcartney o de Lennon?
D. T. – Nunca caí en la tentación de elegir entre McCartney y Lennon. Siempre me ha parecido que Lennon tiene un talento especial, más humor y un punto de surrealismo más interesante, pero sin embargo McCartney siempre me ha parecido mejor músico. Hemos pasado de la firma Lennon/McCartney a Lennon o McCArtney. Hemos pasado de la conjuntiva a la disyuntiva. Y es un error porque en muchas canciones de los Beatles uno de los dos daba un brochazo a la canción del otro. De todas maneras es horrible esto de elegir constantemente, Chaplin o Keaton, Godard o Truffaut… es agotador.
HTM – Elegir provoca buenas conversaciones, pero es cierto que en el fondo es un gran absurdo.
D. T. – No hay que elegir en esta vida, que elijan los jurados. En los premios cuando estás nominado con otros compañeros yo siempre pienso: “¿La gente no se dará cuenta que esto es algo que toleramos porque es bueno para la promoción y para la película mediáticamente?”. Solo un idiota puede creerse que si sale ganador es mejor su película.
HTM – Por cierto, lo que más me gusta de tu película es el buen rollo que transmite. Últimamente no hay muchas películas “bonitas”.
D. T. – Mucha gente ha tenido problemas para aceptar que la película era precisamente eso, bonita. ¿Qué le pasa a la gente? ¿Hasta qué punto una película que te deje con un buen sabor de boca es negativo? Y los personajes son buena gente, a mí me gusta la gente que es fuerte pero que es buena.
HTM – Antes de acabar con ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ quería que me contaras como ha sentado la escena de sexo adolescente entre los dos chavales, una de las más crudas y sinceras que he visto en mucho tiempo…
D. T. – Es una escena por la que me ha felicitado mucha gente aunque también me han dicho que perturbaba mucho a alguna chica. Me gusta que en las películas haya momentos que generen una cierta discordancia con las ideas preconcebidas de cierta gente, que sean difíciles de amar, que pongas a los personajes en una tesitura donde digan: ¿Y este tío, tengo que seguir leyendo la historia de este tío? Es muy fácil querer a alguien cuando se comporta muy bien, cuando es guapo, pero tienes que querer a alguien cuando es osco o cuando es difícil. Cuando cuentas una historia tienes que conseguir que cuando los personajes se equivoquen en lugar de abroncarlos los tomen cariño. Y eso para mí siempre es un reto. Y esa escena es eso. Una escena que pretende ser romántica pero acaba siendo anti romántica. Cuando la rodé parte del equipo se sentía un poco irritado, entonces vi que estaba haciendo lo correcto.
UN LUGAR LLAMADO MUNDO
HTM – Este programa es un oasis dentro de los programas musicales. ¿Es complicado dirigirlo?
D. T. – Realmente lo que hacemos es ofrecer el espacio, el lugar llamado mundo. El lugar para que los músicos vengan. Y en ese sentido ha sido complicado porque los músicos son desconfiados por lo general. Cuando les dices que te gustaría que antes hubiera una sesión de ensayo con otros músicos, que intentamos que no sean lo más parecido a ellos, eso costaba un poco. Este programa está empezando, lo mejor está por venir. Hasta ahora ha venido gente muy buena pero estábamos enseñando cómo es el programa. A mí me encantaría que a partir de ahora nos llamaran para venir, que la gente dijera: “Oye, me gustaría ir y que me juntarais con quien sea”… no puedes traer a la gente, tienes que hacer malabarismos, quién está de gira, quién está de promoción, a quién le puede venir bien salir en la tele, qué grupos extranjeros han venido a Madrid, a Bilbao, ¿podemos ir nosotros a Barcelona y grabarlo?
HTM – ¿Es muy costoso llevar a los músicos al programa?
D. T. – Es complicado y caro. Tienes que pagar el transporte de los músicos, su caché y al final te encuentras con facturas muy grandes… suerte que tenemos detrás una cerveza que patrocina el programa y se puede hacer. Por otro lado te encuentras a las casas discográficas y a los mánagers reacios al mundo de la televisión. Sin embargo, el programa también ha sido una oportunidad, ya que mucha gente no tiene manera de salir en la televisión. Las ventas de discos han bajado mucho así que los músicos tienen que darse a conocer. Una de las cosas de las que me siento más orgulloso es que algunos músicos, meses después de pasar por el programa, han tenido muchísima más gente de la que esperaban en sus actuaciones de Madrid o Barcelona. Parece una chorrada lo de hacer un programa que acumulados lo van a ver 200.000 personas, que es lo que puedes llegar a acumular en Canal +, pero no son tan pocos. No está la industria para desperdiciar ni a uno siquiera.
HTM – ¿Tienes algunos ejemplos de esos grupos para los que el programa supuso un pequeño salto en la industria?
D. T. – Sí, sí, por ejemplo John Grant, fue alguien a quién le ha ido muy bien después de estar en el programa, tocó tres temas y se complementó muy bien con los demás. Nos lo hizo muy fácil. Siempre tiendo de alguna manera a premiar a los que yo he tenido la sensación de que nos lo han puesto más fácil. Desde Lori Meyers hasta Ivan Ferreiro… gente que tú esperabas que fuera más difícil pero que se comportaron muy bien. Los Ocean Colour Scene llegaron y preguntaron qué era lo que tenían que hacer… fueron maravillosos. No digo que los demás lo hayan puesto difícil pero sí que algunos lo han puesto más fácil.
[pull_quote_center]Los distribuidores de ‘El último Vals’ eran unos viejecitos de Madrid y decidieron que la iban a titular ’El último Rock’. Nos decían: “¡Aquí no se toca Vals!”. Bueno, pues eso es España, estamos en manos de este tipo de gente.[/pull_quote_center]
HTM – Lo que más me gusta del programa son esos momentos entre ensayos, en medio de un pasillo o fuera echando un cigarro, las conversaciones que se sacan de ahí entre músicos tan dispares son geniales…
D. T. – Hubo un momento de esos entre el cantante de Ocean Colour Scene y el de Strypes en el que el de Ocean da por sentado que el cantante de Strypes compone las letras y no es así, las compone el batería. Entonces el de Strypes le habla de dinero y el de Ocena Colour le mira como diciendo: “¿Qué? Esto lo hacemos por otra cosa tío, que tenemos 50 tacos”. Eso fue cojonudo. Estos momentos se producen, sí, pero no es tan fácil. Tienes que bajarles de la camioneta ponerles un micro y empezar a grabar. Y ahí sí te encuentras con algunos que te dicen: “Yo no voy hacer gran hermano, voy a tocar”. Y es una pena porque se pierden cosas bonitas.
HTM – Pero es muy importante ver a los músicos interactuar con otros fuera del escenario. También eso forma parte de la música.
D.T. – Es simplemente capturar instantes de ese lenguaje universal que hay entre los músicos y es muy importante que la gente se dé cuenta de cómo se hace la música. El valor, que es una cosa que se ha quitado a todo el arte en España, es que la gente no tiene conciencia de que detrás de una película, un libro o una canción hay un esfuerzo profesional al nivel que el del mismo tío que esté trabajando en una fábrica. Para mí es muy importante mostrar el lenguaje de los músicos: “Entonces yo 1, 2, 3 y entro abajo…” y que la gente descubra lo bonito que es. Quiero que se vea que hay un oficio debajo.
Nunca caí en la tentación de elegir entre McCartney y Lennon
HTM – Durante esta primera temporada ha habido directos increíbles…
D.T. – Los directos son muy importantes. Poder ir a una tele y tocar en directo y oírte. El nivel que tienen los grupos anglosajones es brutal. Yo les veo llegar y en un minuto están sonando como quieren. Han actuado tanto que… luego hay otros que necesitan mucho más tiempo para sonar bien. Ves mucho la destreza y yo creo que los españoles tenemos que ganarla con más actuaciones en vivo, más tele, en la radio…
HTM – Cada vez menos grupos quieren venir a tocar a España y cada vez hay menos directos en España…
D.T. – La mayoría de los grupos británicos salen de salas donde sólo se llevan el dinero de las copas, el problema de España es que no hay segundo escalón. Los ayuntamientos de las dos ciudades más importantes en la escena musical la han boicoteado. El dueño tiene que pagar tanto dinero por conseguir una licencia y aclimatar el local para que puedan tocar que lo único que le compensa es que venga una estrella. La música se debe nutrir de locales pequeños con grupos que empiecen y luego hay un siguiente escalón, y luego otro y otro y eso es lo que estamos perdiendo. Y lo está perdiendo la industria en general.
HTM – El control del número de personas que puede entrar en cada sala es exhaustivo y cada vez ese número es más bajo.
D. T. – Una gran estrella no va a ir a un garito y a donde vaya nunca va a haber un problema de masas que quieran salir y no haya puertas, eso va a pasar con los DJ y las fiesta que hacen para sacar dinero pero nunca con los conciertos en directo. Estuve hace cuatro años en Portland y me llamó la atención la cantidad de garitos que hay con música en directo. En uno de ellos fui a ver a Mark Lanegan y éramos 200 y el tío no tenía ninguna sensación de fracaso.
HTM – En España muchos músicos pierden dinero con la música y tienen que ser pluriempleados
D. T. – No es el ideal, no es la aspiración, pero sí es el principio. Lo que pasa que ahora lo estás viendo en gente muy veterana. Qué ganas va a tener ese tío que es profesor de secundaria del fin de semana coger la furgoneta e irse a tocar a Burgos.
HTM – Y qué películas o documentales han sido tu influencia para dirigir el programa. Obras míticas como ‘El último Vals’ (Martin Scorsese, 1978), por ejemplo.
D. T. – Bueno, ‘El último Vals’ está rodada en cine y eso ya es una gran diferencia. Es uno de los conciertos rodados más interesantes que ha dado el cine, sí. Hay una anécdota muy curiosa, los distribuidores eran unos viejecitos de Madrid, que compraron la película y decidieron que la iban a titular ‘El último Rock’. Nos decían: “¡Aquí nos se toca Vals!”. Bueno pues eso es España, estamos en manos de este tipo de gente. Formalmente ‘Un lugar llamado mundo’ tiene la particularidad que es en directo y en locales, no en platós, tampoco tú puedes manejar toda la iluminación y demás elementos. Una de las cosas que dijimos es que el músico es la estrella y nosotros teníamos que ir detrás. La regla más importante es que los temas van enteros. Queríamos que el programa dejara actuaciones en directo. Siempre tengo la sensación de que una de las cosas a la que mejor sirve la televisión es a la historia y dejar a unos tipos grabados, un dúo que a lo mejor no vuelve a producirse, es muy bonito.
QUÉ FUE DE JORGE SANZ
HTM – Está considerada como una de las grandes series de este país, a la altura de ‘Crematorio’ (2011) también de Canal +. ¿Por qué no se ha repetido?
D.T. – Fue muy buena experiencia porque los directivos se enamoraron mucho del proyecto y dejaron que fuera como yo quería que fuera, que es muy particular. No fueron intervencionistas, me sentí muy protegido por ellos, eso fue un acierto. Lo que pasa es que supongo que es difícil para ellos encontrar la justificación a sus consejos de administración. Yo les planteé que en vez de hacer una segunda temporada hiciéramos doce capítulos a lo largo de toda nuestra vida. De hecho te doy una primicia: mi intención es rodar en abril un episodio nuevo.
HTM – Jorge encantado, claro…
D.T. – El mérito de la serie es él, fue el que se expuso, el que jugueteó. Para mí es fundamental. Ha sido un actor muy reconocido en España y esto hace que muchos directores no le llamen. Por una hipermetropía, no ven lo que tienen más cerca. Ellos ven a Jorge como aquel actor que hacía las películas de cuando era pequeño, ‘Amantes’ (1999) , ‘El año de las luces’ (1986). Jorge va a volver de manera clamorosa al cine.
LITERATURA
HTM – ¿En qué momento estás cómo escritor?
D.T. – En uno muy malo. En uno que suele ser clave. Parto como de una primera redacción de la novela y ahora toca todo el trabajo de reestructurar, rehacer, de escribir y reencontrar el sentido de lo que quieres contar, preguntarte el por qué, la parte más delirante. 2014 es esa novela ahora mismo.
HTM – ¿Qué temas te interesan a la hora de escribir?
D.T. – La gente, no me interesa demasiado nada que no tenga que ver con los seres humanos. Entiendo que haya gente que le interesen mucho otras cosas. A mí me interesa cómo se comporta el ser humano, como construyen su vida, con todas las bajezas, los comportamientos inexplicables, y con todo eso construyes una novela.
HTM – ¿Cómo diferencias el proceso de escribir un libro con el de escribir una película?
D.T. – El cine es muy parecido a la literatura hasta que sale de casa y lo lee una segunda persona y esta busca una producción, los actores… Antes tienen mucho que ver, aunque técnicamente no se parecen en nada.
HTM – ¿Y cuándo decides que lo que estás escribiendo va a ser una película o una novela?
D. T. – En mi caso nacen así. No me preguntes por qué, leo una noticia o me surge algo y pienso: “Ahí hay una novela o una película”. Seguramente lo que ocurre es que a mí me interesa algo de esa historia, la esencia, el alma y cuando veo el alma veo la forma en que hay que transmitirla. Dependiendo de la esencia, elijo la forma.
Una charla sobre cine
Aprovechando que a Trueba no le importaba estirar la entrevista unos minutos más le pregunto sobre la última película que más le haya gustado y de ahí surge una breve conversación.
La última de los Coen. ‘Inside Llewyn David’ (2013) es musicalmente muy interesante. Es una película que te hace valorar a la gente que vive de la música. Sales de ella riéndote, pero la historia es demoledora. Es una película que trata sobre la sombra de Dylan. Eso pasa mucho en el cine y la literatura. Un tío tapa a toda una generación. Cuando aparece Dylan borra del mapa a todos los músicos folk. Yo que soy alguien al que no le gustó ‘Gravity’ (2013). Pero esta me encantó. Por ejemplo, no me gustó nada ‘No es país para viejos’ (2007) sin embargo.
A mí tampoco, es una peli muy fría…
Fría, cabrona, distante, sin embargo esta es cálida. Y eso que está nevando todo el rato, y a los personajes no los quieres nunca, son retorcidos, sin embargo sales con una sensación cálida.
¿Y te gustó ‘La vida de Adèle’, (2013)?
Sí, la he visto y me gustó mucho la primera parte, pero me decepcionó un poco la historia de amor. Y fíjate, me gustan todas las demás películas de Abdellatif Kechiche más que esta.
Eso sí que es raro.
Sí, una putada, porque a todo el mundo esta es la que más le gusta. Pero no sé, en esto los del cine somos muy raros.
Yo es que desde el principio me vi muy metido en la historia y salí bastante noqueado.
Hay una película francesa que se titula ‘Declaración de Guerra’ (2012) que sin embargo me gustó más.
Sí, la conozco y me gusta mucho, aunque es cierto que a mucha gente le parece que es una historia irreal, que ese tipo de drama no se puede vivir así.
Claro que no, porque no son tan maravillosos como sus protagonistas. Por eso la película es bonita, porque enseña a la gente que ante el drama más brutal de la vida tú tienes que ser una gran persona, alegre y vitalista… es que las películas no tienen que ser el realismo de cómo tiene que comportarse la gente, a veces las películas proponen el mundo que a uno le gustaría. Es un reto. Si no ‘El apartamento’ (1960) no se sostendría, la gente diría es que nadie es tan bueno como Jack Lemmon. Esa película me enseñó que siendo bueno perdías pero ganabas. Perder así, es ganar. Lo que no quieres es ganar siendo un trepa o un mierdas como defienden las películas contemporáneas, a mí me la suda este mundo de perversos que está de moda. Si además los que llegan lejos no son tan perversos. La gente es maja.